Más o menos con esa frase quisiera empezar una plática con mis padres. Están un poco preocupados, al fin y al cabo son buenos padres. Les preocupa mi actual estado de indiferencia. No estoy trabajando. No mucho. Me dedico a las puras labores intelectuales de la escuela. Aunque sin mucho afán, tampoco.
No estoy interesado en vivir, pero no se preocupen, tampoco soy un suicida, continuaría mi alegato. Tomen mi frase como “No me gusta el frío” y es que en realidad, no me gusta. No tanto frío. Pero no puedo hacer gran cosa contra el frío. Taparme, no salir si no es necesario, hacer más pasadero el tiempo de frío. No puedo hacer que el frío desaparezca. Tal vez podría irme a otro lugar, donde el frío ya haya pasado.
Así con la vida, mi vida. Hacer todo lo que está a mi alcance para hacerla más pasadera. Intentar huir, aunque a diferencia del frío, ¿A dónde puede uno huir que no haya vida?, entretenerme hasta que la naturaleza haga su trabajo. Tarde o temprano todo acabará. Sin embargo, no estoy particularmente interesado en continuar peleando. Así es como veo mi vida, una continua lucha contra lo que tengo, lo que quiero, lo que puedo llegar a tener, lo que no puedo tener (ni llegar a tener).
De verdad creo que me he esforzado durante los últimos diez o quince años de mi vida. Esforzarme por llegar a tener paz y tranquilidad. Mucho de esto lo fundamento en una entrada corriente, constante y suficiente de efectivo. No me vengan con esas moralidades, de que “no todo es dinero”. No todo es dinero, pero cuanto ayuda.
Y actualmente no tengo dinero, no para retirarme a vivir de mis rentas, no para los digamos, próximos cinco años de mi vida. Y el tiempo juega, con cada segundo que pasa, en mi contra. Más viejo, con más experiencia laboral, pero también con menos paciencia y con menos ganas de “aguantar” trabajos donde poco o nada importa los años de estudio que tienes.
Le aposté a los estudios superiores. Me equivoque de área. En tecnologías, en este país, las maestrías y doctorados, solo te aseguran una posición media y más enfocada a la docencia. Tal vez si me hubiera dedicado a las áreas económica-administrativas, otro gallo me cantaría. Pero no se puede cambiar el pasado, sólo puedes aprender de él. Y a veces ni eso.
Estoy cansado, cansado de pelear, de luchar, de demostrar mi valía como un buen elemento laboral. Renuncio. A mis padres les preocupa que no quiera casarme, tener pareja. ¿Cómo explicarles que no confió en el futuro? Vamos, no soy un (sin ofender) albañil, al contrario. Estaba revisando, por pura curiosidad los requisitos que piden para emigrar a otros países. En particular, estaba revisando el de Canadá. Puntos extras si tienes 18+ años de estudio, todavía más puntos extras si esos estudios caen dentro del campo requerido por ese país.
Así que visto desde este punto de vista, otro país que no me conoce, me da, de entrada, una mejor puntuación que el país que me ha visto desarrollarme en todos los aspectos de mi vida. Pero tampoco soy de la vena emigrante. Aunque se siente bonito, y hace más pasadera mi estancia, el saber que de alguna manera hay otras posibilidades que en principio me son negadas en el lugar donde realmente quiero vivir.
Analizando un poco, esta idea de “emigrar” me parece que tiene una connotación más inconsciente. “Emigrar” es el desplazamiento de “huir”. Al menos eso creo. Huir. Ya lo he dicho en entradas anteriores, uno puede huir de casi todo, menos de uno mismo. Así pues, no estoy particularmente interesado en seguir viviendo. Como dije anteriormente, renuncio, renuncio a seguir peleando, a seguir intentando con más ganas que perspectiva a futuro, renuncio a conseguir una fuente constante, suficiente de efectivo y me dedicaré a vivir al día. Así como los albañiles. Al menos los noto más felices.
Definitivamente el frío no ayuda a mejorar mi estado de ánimo, ¿Pero qué le hacemos? Si tuviera algún indicio de que mis padres pudieran seguir mi hilo de razonamiento sobre mi vida y mi renuencia hacia ella, entablaría la conversación. Pero ¿Qué van a hacer con esta información? En realidad no pueden hacer mucho. Ya han hecho mucho. Me siguen dando techo, alimento, cobijo y amor. ¿Qué más les puedo pedir? ¿Cómo hacerles entender que hay algunas personas, tal vez no muchas, que no nacimos para vivir?
Ah la culpa, casi estoy seguro que de enterarse de esta entrada, la culpa los consumiría. No habría forma de hacerles entender que no es cuestión de ellos. Es cuestión mía. Convencerlos que ellos no han fallado, pero es que simple y llanamente hay algunas personas que no nacimos para vivir. Así como nacen personas con habilidades para la música, las artísticas, la enseñanza, hay algunas que no estamos conformes con la vida.
Deberían dejarnos marchar. Total, un humano menos en este mundo, no hace gran diferencia a la humanidad. Ni falta, tampoco.
3 comentarios:
:/ :| ;)
¿qué ha pasado? Hace años de está entrada, obvio si llegué aquí es porqué puedo comprenderte, estoy cansada de actuar como si todo estuviera bien pero la realidad es que tengo ese sentimiento desde hace muchos años, solo que estos últimos 2 se ha acentuado. Nada me parece interesante, importante ni nada tiene sentido. Antes era soportable este sentimiento pero ahora sé que no quiero vivir más, estoy segura que no quiero vivir ese bucle infinito de imposiciones y responsabilidades.
No tengo motivación ni un propósito de vida, ¿por qué nadie lo entiende? Por una extraña razón aún me importa la culpa que pueden sentir mis padres y por eso sigo aquí, pasando el día (literal) se supone que tengo "todo" por delante porqué soy joven y terminé una carrera (cosa que en mi país no muchos pueden hacerlo) en fin, comparto tu sentimiento y aún más
Hola. Hace casi 9 años escribí la entrada. Hasta tu comentario pensé que nadie o casi nadie la leyó. Te agradezco que te hayas tomado el tiempo para dejarme tu opinión.
La verdad es que la tuve que volver a leer. Y al igual que otras entradas, me gusta releerme.
Respondiendo a tu pregunta, ha pasado que sigo aquí,más impaciente, con menos perspectivas de que la vida mejore, sigo pensando que de haberme preguntado, habría decidido no nacer (obvio, es una fantasía). Pero sigo aquí.
El mito de Sísifo me gustó porque explica un poco el como me sentí cuando escribí esto, y que lo sigo sintiendo. Creo firmemente que no existe un sentido de vida para nadie. No importa lo que hagas, cuando te vayas, nada de lo que hiciste importará.
Pero sigo aquí. Estudié otra carrera, de hecho, para el 2011 ya estaba como a 3/4 partes de camino. Terminé en el 2012 y firmemente quise dedicarme a esa otra carrera.
No lo logré. Mi idea era dedicarme 100% a ello y lo intenté, oh sí. Pero no sacaba ni para el día. Pero aquí sigo.
La verdad que no me arrepiento. Verás, de todo esto sé que me gusta estudiar y sí pudiera, me pasaría el resto de vida estudiando. No lo puedo hacer, pero en cambio leo mucho. Sobre todo de filosofía.
Una disculpa por demorar en contestarte. Espero que puedas leer mi respuesta. Sigo pensando, incluso con mayor fuerza, que debería ser fácil renunciar a todo. Renuncio a vivir, así como renunciamos a un trabajo.
Pero aquí sigo. Creo que es una contradicción. No puedo aconsejarte sobre este tema hacia ti. Solo puedo compartirte mi sentir y que ciertamente no eres la única, no somos los únicos que no tenemos esa predilección por vivir. Algunos han llevado esa no predilección hasta sus últimas consecuencias y pues tienen mi respeto, si de algo les sirve.
Saludos y de verdad espero que puedas leer está respuesta.
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