miércoles, 29 de agosto de 2012

Acumular cosas

Resumen: Mi punto de vista sobre la costumbre/maña del ser humano de guardar cosas

En mi pueblo llueve con cierta frecuencia. Tenemos un clima lluvioso una (cálculo personal) tercera parte del año, más o menos. Y la lluvia viene acompañada de rayos y truenos. Los truenos, pero principalmente los rayos, tienen la característica de quemar los aparatos eléctricos.
Se supone que mi hogar esta aterrizada físicamente, pero esto no para el efecto de inducción magnética ¿Cómo lo sé? Pues porque, incluso, con el interruptor principal de la energía abajo (cortando el flujo de corriente eléctrica), cuando caen los rayos, a veces, no muy frecuentemente, pero a veces, los focos se prenden.


Las primeras veces si te agarra desprevenido y hasta miedito te da. Pero después analizas el fenómeno y caes en cuenta del efecto de la inducción magnética. Pero hay otro efecto, más dañino y perjudicial para los aparatos eléctricos: se queman.
No todos, claro, pero si algunos como el modem (por eso luego no tengo Internet) y dependiendo de la cercanía de la caída del rayo, algunos transformadores de aparatos como los cargadores de telefónicos.


Por eso cuando comienza a tronar, ahí me tienen desconectando antenas, el modem, las clavijas de casi todos los aparatos eléctricos. Y sí, si uso reguladores, pero como les comentaba, eso sirve para los picos del voltaje que vienen por la red eléctrica. Pero el efecto de la inducción magnética no puede ser detenido de esta manera.


¿Y que tiene que ver todo esto con la cuestión del acumulamiento de cosas? Bueno pues resulta que en uno de estos aparatos eléctricos, específicamente un teléfono inalámbrico, tenía mucha información de personas que ya casi no frecuento, pero cuya información no poseo en otro lugar. Es decir, como el dichoso teléfono se estropeó, perdí toda esa información.


La gran mayoría la puedo recuperar, otro tanto no me interesa (es más, ni recuerdo que pueda haber) y una muy poca, poquísima información, si me pudiera interesar recuperar. O tal vez no.
Quiero, pero no quiero. Resulta que en la memoria de este teléfono tenía guardada la información de un mujer muy querida por mí. El número de su casa. La última vez que le llamé fue en abril del 2012, hace no mucho. Nos vimos y no me fue bien. Me fue muy mal de hecho.
 
Mal y no. Y de ahí el título de esta entrada. Acumulamos cosas. Volteo y veo el calzado que tengo. Pues hay cuando menos cuatro pares de zapatos y unas botas que no recuerdo cuando fue la última vez que las usé. Los zapatos ya ni me gustan y con mi actual ocupación de semi NiNi menos probabilidades de uso van a tener. Las botas no se diga. Yo soy más de tenis.
 
Pero ahí las tengo. Lo mismo pasa con mis apuntes estudiantiles. Todavía guardo las libretas desde la secundaría. ¿Para qué? Francamente no lo sé. Estaba revisando mis notas de la prepa y la universidad. Algunas cosas ya no me acuerdo, sobre todo de matemáticas avanzadas y otras, la gran mayoría, ya no tienen interés para mí. Pero ahí tengo todo ese cúmulo de hojas y hojas.
“Sí, mejor las guardo, uno nunca sabe cuando pueden ser útiles” Ajá. No he ocupado algo de eso que he ido acumulando hasta ahora. Y lo más probable es que nunca lo llegue a ocupar. Es más, si no reviso lo que tienen, ya ni sabría que información poseo. Luego entonces, el no saber que es lo que estoy guardando o no tener esa información, vienen a ser para efectos pragmáticos, lo mismo.
 
Lo mismo y no, porque estoy ocupando espacio. Pero uno, como persona, prefiere tener a no tener. Aunque el tener no implique necesariamente que se ocupe. En mi caso, no he ocupada algo de lo que he guardado, para absolutamente nada. Y caigo en cuanta que eso de tener es solo una muletilla, una tablita mental de salvación. Salvación, ¿de qué?
 
Vivimos de una promesa de que estamos bien o vamos a estar bien. El acumular cosas es una expresión de esa promesa. A lo mejor esos zapatos o esas botas las voy a ocupar después. Mejor tenerlas a no tenerlas. ¿No? Pues no, porque si no las ocupas de manera cotidiana, lo más probable es que nunca más las ocupes.
 
Eso pasa con el conocimiento, si no lo ejerces o usas, lo más probable es que lo olvides y para efectos prácticos es como si nunca lo hubieras aprendido. La única ventaja es que la curva de aprendizaje de un conocimiento adquirido previamente es menor a que si nunca lo hubieras adquirido con anterioridad.
 
Y un tren de pensamientos me inundó cuando caí en cuenta que ya no tengo el número telefónico (de su casa, porque el celular sí) de mi ultimo gran crush. Primero me inundó la desesperación, de ver la manera de componer (que no es tan difícil, pues solamente se quemó el eliminador y no es tan difícil conseguir un eliminador “multiusos-multicontactos”) el aparato para sacar esa información.
 
Pero luego me di cuenta que, suponiendo logrará extraer el número telefónico, iba a pasar a ser parte de mi cúmulo de colectas. Soy malo para memorizar las cosas, por lo que el número, de aprendérmelo, eventualmente lo olvidaré. Sobre todo si no lo uso. Y no lo uso.
 
Así que opté por dejar por la paz la idea de “revivir” mi inalámbrico y dejar que esa información pase al mundo de lo olvidado. Aunque digo que la cuestión no es olvidar, si no aceptar. Porque olvidar es como si no hubiera pasado. Aceptar es un proceso mucho más complicado y efectivo. Uno acepta, pero no olvida. Aceptar y olvidar no es lo mismo. Así pues, al dejar que ese número se pierda comienza esta situación de la aceptación.
 
Aceptar que ya no estará más en tu vida. Hablo de mí y de ella, por si no se habían dado cuenta. A lo largo de mi vida, la cual ya lleva un poco más de la tercera parte (estadísticamente hablando) y se acerca rápidamente a la mitad de la misma, he aprendido que el tiempo y la distancia son buenas para solventar las heridas emocionales.
 
Antes pensaba que la distancia y el tiempo proporcionaban olvido. Pero uno nunca olvida, uno acepta. El olvido sucede solo si tiene un percance en el cerebro, una enfermedad (como el Alzheimer) o un golpe que afecte físicamente a tu masa encefálica.
 
Así que el tiempo y la distancia son buenos para aceptar, con resignación, aquello que no quieres aceptar. Al final no te queda de otra. No depende de ti. Es tan complicado aceptar esa realidad. Tu tan cerca, tan viva, tan al alcance, pero en la práctica tan lejana y divergente.
 
Porque la cercanía no es tanto física como emotiva. La cercanía física es tan débil y la lejanía emotiva tan fuerte. Tú allá y yo aquí, queriendo estar allá. Pero la pura cercanía no basta. Lo que se requiere es un consenso, estar en la misma sintonía. Esa es la falla del sistema. Por eso es que tú estas allá y yo estoy aquí.

domingo, 26 de agosto de 2012

Una posible madre de mis hijos

Me encanta Ashley Greene; déjame hacerte unos hijos!, yo los mantengo, no hay problema

miércoles, 22 de agosto de 2012

Lo admito, soy voyeurista

Resumen:  Ocio puro, puro ocio.

Y para salir en esta página, se necesita tener cuando menos 90 de busto y ser copa C. Cuando menos.

También les dejo este videito; la dueña del canal trabaja en TV Azteca, sí me la daba, tiene unos ojos preciosos, pero es medio mamila. A veces me gustan sus videos, a veces no, pero este video me gustó porque sale el Jack Black de Tepito y de repente si les sale un poco la cuestión de la comicidad.



O tal vez solo sea que estoy de simplón.


martes, 21 de agosto de 2012

Anotaciones sobre fenómenos histéricos

Resumen: Fragmentos del texto "Sobre el mecanismo psíquico de 
fenómenos histéricos (1893)" «Über den psychischen 
Mechanismus hysterischer Phänomene» de Freud

  • En la primera mitad de la década de 1880, Charcot empezó a dedicar su atención a la «gran neurosis», como  denominan los franceses a la histeria.
  • A  fin  de  que  la  representación  «el  brazo  está  paralizado»  pudiera provocar  realmente  una  parálisis  en  el enfermo, sería necesario que este se encontrara en el estado  de  la  hipnosis.
  • Ahora  bien,  el  obrero  no  se  encontraba  en  ese  estado;  no  obstante, podemos suponer que durante el trauma era el suyo un particular estado mental, y Charcot se inclina  a  equiparar  este  afecto  al  estado  hipnótico  artificialmente  provocado.
  • Señores:  Más  o  menos  por  la  misma  época  en  que  Charcot  iluminaba  de  esta  manera  las parálisis  histero-traumáticas,  el  doctor  Breuer,  en  1880-82,  prestaba  asistencia  médica  a  una joven dama que, mientras cuidaba a su padre enfermo, y por una etiología no traumática,  había contraído  una  histeria  grave  y  complicada,  con  parálisis,  contracturas,  perturbaciones  del lenguaje y de la visión y toda clase de particularidades psíquicas.
  • Este caso conservará su significación  para  el  historial  de  la  histeria,  pues  fue el  primero  en  que  el  médico  consiguió iluminar todos los síntomas del estado histérico, averiguar el origen de cada uno de ellos y al mismo tiempo hallar el camino para que ese síntoma tornara a desaparecer; fue, por así decir, el  primer  caso  de  histeria  que se volvió trasparente. 
  • Helo aquí: es preciso poner a los enfermos en estado de hipnosis y entonces inquirirles por el origen de cierto síntoma, cuándo apareció por primera vez y qué recuerdan a raíz de ello.
  • Existe una total analogía entre la parálisis traumática y la histeria común, no traumática.
  • El cuidado de enfermos es de presencia frecuente en la etiología de la histeria
  • Uno de los síntomas más frecuentes de la histeria es la anorexia y el vómito. Conozco toda una serie de casos que explican de manera simple el surgimiento de ese síntoma. Así, una enferma, que  había  leído  una  carta  mortificante  inmediatamente  antes  de  comer, después de hacerlo vomitó todo, y el vómito persistió luego.
  • También el síntoma del insomnio y la perturbación del dormir encuentran las más de las veces una exactísima explicación.
  • A tales simbolizaciones han recurrido muchos pacientes en toda una serie de sedicentes  neuralgias  y  dolores.  Existe  por  así  decir,  un  propósito  de  expresar  el  estado psíquico mediante uno corporal, para lo cual el uso lingüístico ofrece los puentes.
  • Toda  histeria  puede concebirse  como  una  histeria  traumática  en  el  sentido  del  trauma  psíquico,  y  que  todo fenómeno está determinado con arreglo a la índole del trauma.
  • Si  un  ser  humano  experimenta  una  impresión psíquica, en su sistema nervioso se acrecienta algo que por el momento llamaremos la «sumade excitación»
  • El acrecentamiento de la suma  de  excitación  acontece  por  vías  sensoriales,  su  empequeñecimiento  por  vías  motrices.
  • Sin  embargo,  un  autor inglés lo señala con chispa: el primero que en vez de arrojar una flecha al enemigo le lanzó un insulto fue el fundador de la civilización; de ese modo, la palabra es el sustituto de la acción, y  en ciertas circunstancias  (confesión)  el  único  sustituto.
  • Si un ofendido no puede devolver la afrenta, ni dando a su vez una bofetada ni por medio de un insulto, se crea la posibilidad  de que el recuerdo de ese suceso vuelva a convocarle el mismo afecto que estuvo presente al comienzo.
  • Una afrenta devuelta, aunque sólo sea de palabra, se recuerda de otro modo que una que se debió tolerar, y es característico que la lengua llame «mortificación» a este padecer tolerado calladamente.
  • Así las cosas, si la reacción frente al trauma psíquico tuvo que ser interrumpida por alguna razón, aquel conserva su afecto originario, y toda vez que el ser humano  no  puede  aligerarse  del  aumento  de  estímulo  mediante «abreacción» está dada la posibilidad  de  que  el  suceso  en  cuestión  se  convierta  en  un  trauma psíquico.
  • Consideremos ahora el modo en que opera nuestra terapia. Ella solicita {entgegenkommen} uno de los más ardientes deseos de la humanidad, a saber, el deseo de tener permitido hacer algo por segunda vez. 
  • Alguien ha experimentado un trauma psíquico sin reaccionar suficientemente frente a él; uno se lo hace vivenciar por segunda vez, pero en la hipnosis, y ahora lo constriñe a completar la reacción. Entonces él se aligera del afecto de la representación, que antes estaba por así decir estrangulado, y con ello se cancela el efecto de esa representación. Vale decir que consumando la reacción no tramitada no curamos la histeria, sino síntomas singulares de ella.
 Estoy indagando los orígenes de la psicología, sabor Freud, y este es uno de los primeros escritos (cronológicamente) netamente freudianos donde se pueden rastrear el principio del psicoanálisis. Cuando se cuenta la historia, en clase, da la impresión de que Freud lo sabía todo desde siempre.

Bien, no fue así. Afortunadamente, esta su testimonio en miles (literal) de páginas escritas por el propio maestro. Dejé bastante claro cual fue la idea que más me gusto de este escrito, sobre el fundador de la civilización.

Nótese que en este escrito, todavía se toma a la hipnósis como herramienta de uso terapéutico, y que actualmente no se utiliza en las terapias psicológicas.

Si leen el texto completo, se darán cuenta que en realidad fue Breuer quien podría considerarse, si no el padre, sí el de la idea primigénea sobre la cura por el habla. ¡Fascinante!

domingo, 19 de agosto de 2012

De la práctica cotidiana

Resumen: pensando en mi actuar como profesional 
del área de la salud mental, dudas varias.
 
Estaba pensando en mi ocupación actual. Pensando en que tanto debo de tener experiencias. Para aquellos que no estén enterados (no tienen porque estarlo), estoy desarrollándome profesionalmente en el área de la salud mental, ramo psicología.

Estoy en el servicio social en hospital, esto es, el área clínica. Y se atiende de todo. Desde niños, hasta personas en senectud. Particularmente prefiero los adultos, aunque desde el punto de vista de mercado, los niños son una especialidad que no debe dejarse a un lado, así de primera instancia.

Pero de plano la gente longeva no me llama la atención. Pero en lo que estaba pensando era en la cuestión de vivencias. Esto es, como puedo dedicarme a, digamos, la dirección de niños con problemas, si no tengo hijos. Por supuesto que sé muy poco, pero todo ello lo suplo, o al menos eso pretendo, leyendo e investigando al respecto. Adolescentes, bebés, suicidios, psicopatologías, pruebas, investigaciones recientes, dudas a los profes (chafas, pero peor es nada) y al tutor.

Sin embargo, siento que de alguna manera debería tener algo de experiencia en la práctica. Porque por más que uno vea a, digamos niños, no se puede comparar con una vivencia cotidiana. Ahí siento que estoy en un posible fallo. No lo sé. Creo que llevaré esta duda a mi contenedora (un psicólogo que si bien no es tu psicólogo, si es el medio de “contención” de lo que se vive en el consultorio, porque le cuentas los casos que más te han o hacen mella de manera personal. Por ahí leí que no hay nadie más solo que un psicólogo; algo hay de cierto).

Ah, también me ha tocado tratar problemas de pareja. Nuevamente, mi experiencia personal en ese plano es prácticamente inexistente. Mis relaciones han sido, además de cortas, muy pasionales y con finales más bien tristes y dignos de contarlos en la barra de una cantina de mala muerte. Así que ahí estoy, escuchando y haciéndola de árbitro, siguiendo los lineamientos de la psicoterapia, aplicando la teoría y poniendo la máxima atención, cuidando las formas, los modos, siendo lo más neutral, pero haciendo notar aquello que la pareja no ve o ve de otra manera. Es arduo y difícil, pero no imposible. Y los resultados, al menos eso creo, no han sido malos, siguen viniendo.

De hecho, fueron los mismos pacientes quienes sugirieron que trajeran a sus parejas, así que algo bien debo estar haciendo. Algo similar pasa con los pacientes adolescentes. Tampoco son muy de mi gusto, porque tiene uno que andar separando la problemática real, de las imposiciones propias de la edad (hormonas, principalmente). Pero el punto crítico que tengo, es precisamente esa duda, ¿Basta con que siga estudiando libros, investigaciones y yendo con especialistas? ¿O definitivamente tengo que vivir en pareja, tener hijos, para poder lograr ser un buen terapeuta?

Me consuelo diciéndome que no es necesario sentir dolor para saber que duele. Espero se entienda el símil, a veces los pongo muy rebuscados. Como corolario diré que me gusta mucho esta nueva y espero, final faceta de mi vida como profesionista. Sé que no ganaré tanto como en mi antiguo trabajo; a cambio tengo más tranquilidad y menos neurosis en mi vida cotidiana.

lunes, 13 de agosto de 2012

Te amo

Resumen: Neurosis pura, así de simple.

Me han dicho ¡Te quiero! Mujeres que he amado, esperando escuchar de ellas un ¡Te amo!
 
He dicho ¡Te quiero! A mujeres que no he amado, pero he querido mucho, esperando que les diga ¡Te amo!
 
Atesoraré hasta el día de mi finiquito en este mundo, el escuchar de una mujer que yo ame, las palabras ¡Te amo!

sábado, 11 de agosto de 2012

Somos muy sencillos de complacer

Resumen: Micropensamientos sobre la bioquímica cerebral.

Le comentaba a mi tutor del servicio social, que el ser humano no es más que un saco atiborrado de pulsiones. Le arranque una franca, larga, sonora y sincera carcajada.

Ahora redefino mi parecer, hago la siguiente adenda: también no somos más que reacciones bioquímicas inter e intra neuronales, acompañadas de una tormenta de impulsos eléctricos. Pero nada que no podamos recrear de manera artificial; las reacciones bioquímicas ya son más o menos manejadas con drogas (legales e ilegales) y las descargas eléctricas están limitadas a micro volts.
 
Como dije en el título de esta entrada, en teoría, es muy fácil ser feliz. En teoría.
 
La matrix sigue teniendo la razón.

Aquí de lo que hablo.

Yendo al trabajo

Resumen: recuerdos de mi vida, no vivida

-Amor, ya me voy. Como todas las mañanas, desde que vivimos juntos, me dedicas esa sonrisa, tan limpia, tan franca, tan tuya, que hace brillar mi mundo.
-Sí, ¿llegas tarde?
-Espero que no, los proyectos van bien y no creo tener que estar tiempo extra
-Bueno, porque queremos ir al cine
-¡Yo también! Al escuchar sobre ir al cine, nuestros hijos, él y ella, que se llevan dos años, se emocionan y me miran como lo más preciado que tienen el mundo
-¡Sí papi! ¡No llegues tarde!
Y pensar que no quería ser papá. Es algo tan, bueno, no es posible describirlo. Tiene que ser vivenciado. En realidad si quería, pero no con cualquiera, no reproducirme con cualquier mujer. Tu haz sido el perfecto crisol en el cual vertí lo mejor de mi. Eso creo. Me siento muy feliz. Tengo algo que nunca imaginé, con todo y que fueron verdaderas chingas, eso de dar la mamila, y el cambio de pañales ¡uagh! Pero no hay manera de no querer esto. No puedo imaginarme sin ustedes. Nací para vivir lo que estamos viviendo.
Son mi fortaleza y mi gran debilidad. Si alguien quisiera dañarme en serio, lo haría a través de ustedes. Por eso casi no hablo de ti, ni de nuestros hijos. No con los extraños, cuando menos. Por supuesto que me enorgullece. Más que eso. Mucho más.
Hoy, como todos los días desde que vivimos juntos, te levantas un poco antes que yo (cuando éramos novios no creí que fueras capaz de mantener una disciplina. Creo que la maternidad te la consolidó, eres, cuando lo necesitas, toda una espartana) y nos preparas el desayuno. Ahora es un desayuno verdaderamente sabroso. Al principio, cuando nada mas estábamos tú y yo, no era tan rico.
Pero siempre me lo he comido “Cualquier cosa que hagas con tus manitas, quemado, salado o de un sabor ‘diferente’, me lo comeré, porque lo importante es el gesto, es que lo hayas hecho con deseos de hacerlo bien, con ganas y con amor” solía decirte cuando te dabas cuenta que pues, no era algo agradable al paladar.
Afortunadamente nunca te diste por vencida. Y ahora tienes un toque verdaderamente rico. O tal vez ya me acostumbre. No lo creo, porque nuestros hijos son jueces implacables, y pocas veces los he escuchado quejarse. Y de lo que se quejan, se quejan todos los niños “!No quiero verduras¡”, así que tienes un buen toque en la cocina. Tu trabajo te ha costado.
Tomo mi saco y mientras me acomodas la corbata me dices:
-Ay ****, porque no te acomodas la corbata, no sabes que tienes que verte bien
-Tengo que hacer bien mi trabajo, si no soy stripper, como luzca es lo de menos
Y en ese tenor son nuestras charlas de despedida.
Me acerco a la puerta y nuestros hijos corren a darme el abrazo y el beso con la ternura y cariño que sólo los hijos pequeños saben dar. Ya crecerán y lo más probable es que me ignoren y me llamen por mi nombre. Pondré todo mi empeño en que nunca me llamen por mi nombre. Aceptaré todo lo demás, pero no que me llamen por mi nombre.
Mientras, siento fluir su cariño. No hay un día en que no sienta este estremecimiento electrizante, cuando me abrazan y me besan y me dicen que regrese pronto. Yo me pongo en cuclillas y los abrazo, ella a mi diestra, él a mi siniestra.
-Órale, a lavarse los dientes
-Sí mami
Me pongo de pie, agarro mi maletín. Para mí era más cómoda la mochila, pero  la mochila es para estudiantes, no para el puesto que desempeño, así que me regalaste ese costoso maletín de vanidosa marca. Sí me gusta, pero sigo pensando que no es mi estilo.
Hoy, como todas las mañanas, ya estas arreglada para el trabajo. Nunca he dejado de verte como si fuera la primera vez. A veces te pones pantalones, a veces, las menos, faldas o vestidos. Yo prefiero las faldas y vestidos. Pero siempre te ves hermosa. Me siento tan vivo cuando pienso que eres mi mujer, que me quieres, que me amas, que vives conmigo.
Hoy traes vestido, blanco con cositas en rojo. Por supuesto que me enamoré de tu figura: senos turgentes, mas grandes que la media mexicana, caderas anchas (por más que quieras tener menos, no es tu constitución, ¡Y que bueno!), breve cintura, piel blanca, y aunque no eres rubia, insistes en serlo. A pesar de la maternidad no has perdido tu figura. En parte es tu negación a la gordura, que te hace ser asidua del gimnasio. No sé de donde sacas tanta energía. Pero yo feliz.
Ya te he explicado que dada tu constitución, eventualmente no podrás evitar ese extra en carnes. Pero te niegas a aceptarlo. Por mi parte no me importaría mucho que tengas kilitos de más. Me gustas y tenemos en común mucho más que el simple, llano y rico sexo. Mucho más.
Por lo pronto tengo un esposa, la que, además de buena (jajajaja, no me canso de verte enfadar cada vez que te digo que estas buena) es hermosa. Tu carita, afilada, como de zorrito (“zorrita, tu abuela”), afilada pues, va enmarcada por dos enormes ojos y una nariz muy delgada y finita. Muchas veces pensé que era operada. Tú siempre lo negaste.
Ahora, que he tenido tanto tiempo cerca tu cara, puedo confirmar que no es operada. No creo que exista un cirujano en este mundo capaz de hacer una nariz como la tuya. Es en verdad muy delgada y finita. Solo puede salir así de fábrica. Con respecto a tus ojos, te he dicho que para que fueras mi mujer ideal, tendrían que ser verdes o azules o cualquier color, menos cafés.
El color café es muy común por estas latitudes, pero los tuyos tienen una claridad que los hace tan a la altura de los de cualquier otro color. Así están bien.
Así que tengo una diosa como esposa. Algo hice bien, que tengo esta hermosa y complicada familia. 

Nuestros hijos, curiosos e inteligentes, me ponen en apuros cada vez más. Sus preguntas van avanzando en cuanto al nivel de complejidad y moralidad. Algún día tendremos que hablarles de sexo, de la vida, de la muerte, de la violencia, de la injusticia.
Pero lo haremos juntos. Tu les darás la visión rosa, yo la visión, mmm, pues la visión más acorde a mi intrínseca oscuridad. De esta manera tendrán una visión completa de lo que es la vida, de lo que creemos que es la vida. Hasta en eso eres perfecta para mí.
Ya estoy en la puerta, casi para irme, cuando, como todos los días, te acercas, te pones de puntitas (no soy muy alto, pero tú sí muy chaparrita), me cercas el cuello con tus largos, blanquecinos y suavísimos brazos, me plantas un beso en la boca, haces que gire la cabeza, para que puedas susurrarme al oído:
-¡Donde andes de cabrón!
No podría ser más feliz.

jueves, 9 de agosto de 2012

Deliveraciones escolares laborales

Últimamente he estado un poco cansado. Bueno muy cansado. No sé a que se deba. Quizá a que duermo poco, como 4 o 5 horas, cuando para mi son necesarias 8. Eso ha de ser.
Han pasado ya varios eventos en México: ganó el PRI, AMLO intenta evitar lo inevitable, los juegos olímpicos están a la orden del día, el movimiento 132 no ha fenecido, los panistas se van, los priistas regresan, los perredistas cada vez van siendo menos perredistas, el país sigue a pesar de todo. Y el futuro lo vislumbro negro y decadente. Al menos para mí.

Próximamente me convertiré en un NiNi. Ya casi terminan mis estudios de licenciatura en psicología y para poder ejercer de psicólogo necesito la cédula profesional, y para sacarla necesito hacer una tesis, examen de CENEVAL o estudios de posgrado.
Independientemente de la cédula de psicólogo, quiero seguir con estudios de posgrado, en el área de psicología clínica, pero también necesito trabajar, para poder costearme los estudios de posgrado e irla llevando. Así que es un hecho (bueno, depende de si me aceptan en la maestría) que sigo estudiando, pero lo de la cédula es importante también.
Yo quiero hacer tesis, pero la verdad que no se me ocurre un tema. Yo esperaba que en la chafa universidad en la que estoy (ni el nombre les quiero dar, para no hacerle promoción) hubiera algo así como un hilo de temas de tesis o profesores investigadores (sí, como no) que tuvieran temas para hacer tesis. Pero no. Me dijeron que yo proponga el tema y el comité evaluador evaluara la viabilidad de mi tema de tesis.
¿Cómo quieren que proponga un tema de tesis, si no tengo idea de que temas puedan ser interesantes en psicología? Esta y otras muchas preguntas que no expondré, me tienen muy desanimado en esto de la tesis. Pero si se me ocurre un buen tema, haré tesis, independientemente del posgrado.
Y por último, el CENEVAL. Antes, en esta chafa universidad, la mayoría de los psicólogos se graduaban por examen, pero desde que cambiaron el tipo de examen a “por competencias” (que según entiendo es algo así como “100 psicólogos dijieron”) pues ya se la pelan, porque por competencias implica algo de experiencia. Con algunos compañeros hemos buscado si es posible que se de un curso para presentar el examen, algunos nos han dicho que si existen, otros (y yo pienso igual) dicen que no es posible porque no es como estudiar de un libro.
En Septiembre termino el servicio social, y francamente, exceptuando el pago, adoro estar en hospital. Me gusta esto de tener contacto con las personas, ver el descanso (no de todos) que muestran después de que haces una buena terapia (me dicen “gracias doctor, de verdad que me siento mucho mejor” o “me sentí muy bien de contarte todos mis problemas” o cosas por el estilo).
Por supuesto que ni por asomo puedo considerarme psicoanalista (porque lo que estoy haciendo es en realidad psicoterapia), tampoco psicoterapeuta (aunque considero que ya casi), y afortunadamente, todo el conocimiento previo que he tenido de una y muchas maneras me ha servido. Porque la gente que viene a terapia es de todo tipo, desde personas muy humildes, hasta profesionistas envalentonados por sus estudios y derechos que muchas veces se portan prepotentes y francamente desagradables. Pero para todos hay. También he tenido la oportunidad de trabajar con niños, terapia de pareja, suicidas y terapia grupal. Francamente la terapia grupal no es lo mío. Los niños no me gustan tanto, pero le he ido agarrando el modo y por otra parte, todo mundo tiene hijos, así que desde el punto de vista de mercado, no se debe soslayar tan a la ligera. La terapia de pareja también me ha parecido interesante y los suicidas, bueno pues esos entran en el rango de la psicología clínica, y por su puesto que me resulta interesante de tratar.
Obviamente no podría hacerlo solo, tengo a mi tutor, un doctor en psicología clínica (el jefe del servicio clínico), con el cual he tenido una excelente empatía (creo que es mutua) y me da consejos, me explica todas las dudas que le planteo, me da recomendaciones de lectura, de películas, en fin, todo lo que la chafa universidad no me ha dado. Estoy muy agradecido con mi tutor.
Pero (como dicen, si hay un pero, todo lo que vino detrás del mismo carece de valor) todo eso no me ayuda mucho en la cuestión de encontrar trabajo. La cosa esta así: una vez que termine mis materias, seré un pasante de psicología, con prácticamente cero experiencias de trabajo, sin trabajo y en realidad bastante viejo para recién haber terminado la carrera. De alguna manera debería enfatizar que es mi SEGUNDA carrera; pero he pensado que eso es contraproducente, porque surgirían las dudas de porque no me seguí con lo que hacía y que sí esto es un síntoma más bien de mi falta de compromiso y un largo etcétera.
Por lo pronto seguiré disfrutando de mi estatus de “doctor” (algún día seré doctor de a deberás, doctor en piscología clínica), porque la mayoría de las personas que acuden al servicio, a cualquier persona que ven con bata lo convierten automáticamente en “doctor” (al principio solía decirles, no soy doctor, soy psicólogo y ellos me respondían “sí, doctor”). Yo creo que mucho me ven como doctor, porque doy el gatazo. Es decir, no me veo de 20 años, ando de bata, con panza y con cara de que soy el terapeuta de dios.
Lo que de verdad quiero, es continuar estudiando y conseguirme un nicho en el ámbito psicológico, porque aunque no lo parezca, es muy competido y hay verdaderas eminencias que cobran lo que quieren. Así que el reto es alto, máxime que regresa el PRI al gobierno y el ámbito económico/socia no es nada halagüeño.