domingo, 2 de septiembre de 2012

Principio del fin


Resumen: pues nada, aquí nada más, divagando.

Y ya estamos en el último cuatrimestre del año. En este mes, hace un año, estaba iniciando mi última crisis existencial (llevo varias, tantas que ya hasta perdí la cuenta). Deje mi trabajo, decidí cambiar de actividad de toda la vida para generar riqueza; deje el DF; me despedí de mi gran crunch, al que todavía añoro y muero por ver (pero no he visto desde abril de 2012, ni volveré a ver en mucho, mucho tiempo); me aventé, me lance al vacío, no espero regresar.
Pero uno nunca sabe. No puedo pasar el resto de mi vida sin actividad que me genere dividendos económicos, pero definitivamente no quiero regresar al DF. Ni me quiero mover de donde estoy. Desafortunadamente por acá no hay mucho que hacer en cuanto a sistemas, los sueldos son bajísimos y nada atractivos.
Pero tampoco es que quiera seguir en sistemas: al dejar mi trabajo anterior, también decidí que ya no iba a seguir en sistemas, no como fuente primaria de trabajo, tal vez si se presentara una oportunidad de medio tiempo o de manera tangencial, como dar clases de computación o algo así.
Además tenemos la profecía maya del 2012, el PRI regresa (los conocedores del tema me replican: ¿Pues cuando se fue?) y yo estoy tranquilo, sin trabajo ni dinero, pero tranquilo. Tengo lo suficiente para vivir, sin lujos ni con opción de adquirir bienes materiales, como antaño. Eso se extiende a los eventos sociales: ya nada más tomo en fiestas, y como casi no voy ni me invitan, pues he andado sobrio. No me quejo. Pero ya se me antoja una mareadita alcohólica.