jueves, 24 de septiembre de 2009

Marionetas de la vida

En la universidad, cuando era joven y bello, estuve enamorado perdidamente de una compañera. Tengo un grave problema: me gustan las mujeres bonitas. En serio. Para que salga con una mujer tiene que ser guapa. Puede ser pueril, superficial, ñoña y hasta pendeja, pero eso será importante hasta después de salir. Una mujer inteligente que no me guste, por más que tengamos cosas en común, simple y llanamente no llegará a más.

Y lo he intentado, salir con cualquier mujer (¡menos gordas!) pero el factor belleza me resulta muy importante. Sí, ya sé que la belleza física es efímera. “Ni que estuvieras tan bueno”, me dicen mis conocidos. Tienen razón. Pero a mí me gustan las mujeres bonitas. Por eso sostengo que no tenemos libre albedrío al 100%. De ser así entonces mi libre albedrío lo aplicaría en no fijarme en mujeres bonitas. También lo he intentado con escasos resultados.

A lo largo de mi vida adulta, esto me ha traído más problemas que satisfacciones. Pero no puedo cambiar ese gusto que tengo. ¿Qué tiene todo esto que ver con mi enamoramiento de una compañera? De entrada ella es de las bonitas: al menos hasta donde recuerdo y si no ha cambiado mucho, es de tipo flaca, piel blanca (tengo un gusto particular por la piel blanca) ojotes enormes, una fina y delicada nariz, ¡ah la espalda! Tengo cierto fetichismo por los hombros y la espalda de una fémina. Los de ella estaban esculpidos a mano. Bonita pues. No es muy voluptuosa, pero tiene todo lo que tiene que tener una mujer, en su lugar y en proporciones agradables.

Esta mujer tiene una belleza más bien estética que curvilínea. Total, que me encantaba, soñaba con tener por lo menos un hijo con ella. Resulta redundante decir que hice hasta lo imposible (mi imposible de aquel entonces) por lograr que se fijara en mí. En honor a la verdad, logre que se fijara en mí, pero solo como amigo (me recontra purga que me cataloguen con ese epíteto). Y es que llegamos a ser excelentes amigos. Salíamos, platicábamos horas sin aburrirnos, nos preocupábamos uno por el otro. Era como ser novios sin la parte física (que en lo particular resulta sumamente importante para mí, el encuentro físico es algo que disfruto mucho)

Bien, como toda historia de amor de la vida real, todo termino en tragedia para mí. Salí antes que ella de la escuela y salvo un par de llamadas en los meses subsiguientes, no volví a saber de ella. Los primeros años estuve todavía enganchado a su recuerdo. ¿Se imaginan? Enganchado a una relación que no fue más allá de una bonita amistad. No me arrepiento. Estas vivencias han afinado mi carácter, han fogueado mi personalidad y aunque ha dolido como una patada en los testículos, lo volvería a vivir. Parte de ello se debe, tal vez, a que tiendo a ser, además de psicópata, un poco masoquista.

Durante mucho tiempo (los psicópatas solemos ser bastante neuróticos, nos las pasamos piense y piense posibles escenarios que en la vida cotidiana rara vez se realizan) teorice sobre qué pasaría cuando la volviera a ver. Todos esos escenarios terminaban ambientados con la canción “como te va mi amor”, jajaja, ¿pueden creerlo? Lo mejor de todo es que en verdad vivía la letra. ¡Ah qué tiempos aquellos!

Hoy hace escasas horas, recibí una llamada de este el que puedo afirmar fue mi primer gran amor. ¿Qué creen que pasó? ¿Mi mundo se derrumbo en ese instante? ¿Me solté llorando cual político defendiendo el peso como un perro? Hagan sus apuestas, esto se los contare en el próximo post…

No es cierto. Se los voy a terminar de contar ahorita, porque después me va a dar flojera terminar esta entrada. Nada. Eso paso. Así de simple. No hubo galaxias chocando entre sí, no se me doblaron las piernas, no hubo mariposas en el estomago (¡como extraño esa sensación!). De entrada ni le reconocí la voz. Conversamos como si nos hubiéramos visto la semana pasada, como dos viejos conocidos (creo que en realidad eso somos). Sin mayor sorpresa y alegría que da encontrarte con un buen amigo que no ves hace un par de meses. Me niego a aceptar que he cambiado. De ella no puedo opinar, de mí sí y me considero el mismo de antaño, mas hosco, más viejo, menos tolerante, más irritante, pero en general el mismo de hace 9 años (que fue la última vez que supe de ella).

Me reúso a creer en los signos y señales, pero es curioso que precisamente hoy, que estoy a unos cuantos días de terminar la relación laboral más larga de mi historia como peón del capitalismo, tenga este encuentro. Y como anexo curioso, vi al juanito (iba caminado por donde yo pasaba) no no no todo un show, ese cuate es una mezcla entre sami y miguel luis.

…¬¬ un ser superior se encuentra escribiendo el guión de mi vida… ¬¬

¡Muéstrate!

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Pensamiento

Últimamente me ha dado por pensar en el tiempo. Sí, ese concepto abstracto, tan presente (¿pasado y futuro?), incontenible, pero tan desdeñado por la mayoría de los jóvenes. No sé si alguno de ustedes conozcan a gente grande (viejitos pues) que no sean sus parientes, vecinos por ejemplo, denles un momento de atención y terminan contándoles su vida (la del viejito(a), no la suya).

Yo creo que es un comportamiento que nace del hecho de sentirse más próximo a morir. Debo decir que mi personalidad es más del estilo de un psicópata, que no psicótico, que de una buen samaritano, y realmente no me da mucho por hacer migas. Y eso que vivo rodeado por millones de personas. Así pues, es raro que ande de metiche con la gente. Supongo que tengo algo mal en la cabeza. Algún día iré con el psicólogo. O tal vez nunca.

Total, cuando se la pasa pensando un poco en la pregunta trascendental ¿Qué hago yo en este mundo? Pueden pasar muchas cosas. De pende de cada quien. De su personalidad. A mi francamente me deprime mucho. Hasta el día de hoy puedo responder que el mundo girará a pesar de mí. En algún lugar leí la frase… bueno en realidad no me acuerdo como decía la frase pero termina en algo así como “…pero para alguien tu eres su mundo” que en términos generales significa que tal vez no nos sintamos importantes, pero tal vez (y sólo tal vez) para alguien si resultemos importantes.

Es fácil dilucidar para quien sí somos importantes: para nuestros parientes cercanos, hermanos, padres e hijos, si aplica. Para ello tal vez seamos parte de su mundo. Pero eso es algo natural. Aunque claro, seguramente habrá casos en que esto no suceda, como sucede en las familias disfuncionales.

La verdad es que no me siento importante, pero tampoco puedo decir que no tengo autoestima. Más bien como que me vale el mundo. Pocas personas realmente son importantes para mí. Y sé que eventualmente tendrán que partir (sí, “ese” partir). El hecho de partir únicamente es cuestión de tiempo. Y es ahí donde me pregunto ¿Para qué nacemos? ¿Qué sentido tiene venir a mezclar nuestros genes?

Cuando uno estudia de manera detenida al ser humano como organismo, puede llegar a teorizar cosas verdaderamente fumadas. A mí me pasa.
Después de leer e intentar comprender lo maravilloso que resulta el trabajo del corazón, los pulmones, la vista, el cerebro, el sistema vascular, los músculos, la importancia y perfección del sistema óseo, entre otras cosas, me surge la idea de que somos máquinas. Muy perfeccionadas, autosuficientes (o eso pretendemos), pero máquinas a fin de cuentas. Es el sueño de antaño: crear máquinas que a su vez crean otras máquinas. Creo que nosotros somos esas máquinas que creamos otras máquinas.

El problema, para mí, no termina ahí, porque ahora me pregunto ¿Quién demonios nos puso aquí? ¿Con que propósito? ¿Por qué somos tan diferentes? ¿Nuestros creadores aún existen (suponiendo que somos máquinas)? ¿Dónde están? ¿Por qué nos dejaron?

El tiempo y su inexorable tránsito me da que pensar. O tal vez solo sea que estoy deprimido.

martes, 22 de septiembre de 2009

Secretario de gobernación

Gómez Mont… Esta usted bien pendejo!!!! ¿En que se basa para decir que la mayoría de la población mexicana está dispuesta a pagar el 2% de impuesto a prácticamente todo? Primero bájense el sueldo usted y todos los de su calaña, empezando por el pendejazo que tiene como jefe.

¿Cómo puede tan campantemente afirmar que el país no se encuentra en riesgo de estallido social, si prácticamente más de la mitad de la población vive en pobreza y pobreza extrema? Usted, y todos los ineptos secretarios y secretarías, ineptitud en su máxima esplendor, representada por el hijodesuchingadisimaygordamadre del secretario de hacienda.

Créame, la mayoría de los mexicanos estamos hasta la madre de tanta pendejez. Ya se los dijeron antes: si no pueden, renuncien. Este es el costo de haber legitimado las trampas de Fecalito, el que gano “haiga sido como haiga sido” ¿Pero sabe qué? Yo no convalide ni tengo porque pagar sus marranadas.

Sr. Espurio-presidente-de-facto Felipe de Jesús Hinojosa

¡Renuncie! Es usted el único y verdadero peligro para México.

¡Ya basta!

¡Ya estoy hasta la madre de tanta mala leche contra México.!

domingo, 13 de septiembre de 2009

De lo malo...

… Lo menos peor.

Soy malísimo para ver el lado amable de las cosas, máxime cuando al que traen atorado es a mí. Pero eso de quedarse sin trabajo trae como consecuencia que la H. Secretaría de Hacienda y Crédito Público de México no me puede seguir exprimiendo. Todavía no existe una legislación que te cobre impuestos, aunque no tengas trabajo. Tal vez en unos pocos años, si el PAN y sus deleznables siguen en el poder. Mientras tanto, la SHCP se queda sin un contribuyente más, esto es, yo.

Snif!, sin embargo, también pienso que eso es consuelo de pendejos.