lunes, 28 de octubre de 2013

Sobre psicomagia

O eso creo. Según entiendo, la psicomagia es el acto que te hace sentirte satisfecho o a gusto con las cuestiones de tu vida, es decir, resuelve conflictos psicológicos. Por ejemplo, yo quiero tener mucho dinero, y como no lo tengo, estoy conflictuado. Mi acto psicomágico para resolver ese asunto, es cambiar el dinero que sí tengo, por las denominaciones más bajas.
 
En mi caso, ando cargando puros billetes de $20 y $50 pesos (de los de más baja denominación en mi país) y monedas de $0.50, $1, $2, $5 y $10 pesos. Así que mi cartera está atascada de billetes y los bolsillos de mi pantalón trinan cual si trajera espuelas. La gente a mi rededor comenta “tienes harto dinero” a lo que les respondo “más bien tengo mucho cambio”. Pero creo que ya captaron la idea, ¿No?
 
De esta manera mi inconsciente (y el consciente en menor medida) está convencido de que “tengo mucho dinero”. En realidad tengo mucha materia que representa el dinero, y como en la mayoría de los casos me manejo por lo tangible, el resultado es que me siento con mucho dinero. Aunque en realidad sigo teniendo la misma cantidad que antes.
 
¿A que va todo esto? Desde hace un par de meses ando con la idea de adquirir una cámara fotográfica. Quiero explotar mi lado artístico visual. Cabe destacar que en mi vida he tomado un curso de cámara y aunque he poseído algunas de ellas, esas han sido digitales, como las de los celulares y pues como que no sabe.
 
Es que no es lo mismo de sacar tu celular y tomar fotos, que hacer todo el ritual de cargar el cuerpo de una cámara y manipular el lente (me parece que para enfocar) y cerrar tu ojo y en general hacerle al cuento. Yo creo que la cámara no hace al fotógrafo, sino al revés, pero mi experiencia es que tomar fotos con un celular o cámara digital de esas planas, pues simple y sencillamente no sabe.
 
Así que me puse a investigar y llegue a la conclusión que mis “necesidades” (que es pura fantasía, lo acepto) se cubren con una cámara Réflex. De entrada el puro término me gusto. No sabía que significaba “cámara réflex”, pero se escucha bien bonito. En pocas palabras, eso de manipular el lente y cerrar tu ojito y hacer toda la parafernalia de un fotógrafo profesional, se cubre con una cámara réflex.
 
Entonces, puse manos a la obra y comencé a buscar la dichosa cámara. Después de no mucho esfuerzo físico (bondades del Internet) decidí adquirirla en Liverpool o en Sanborns. En Liverpool porque ahí ya tengo crédito, me autorizaron una tarjeta de verdad (yo tengo la rosa, que nada más vale en Liverpool; la que me autorizaron, además de tener mucho más crédito es de tipo Visa, es decir, vale en casi cualquier establecimiento que cobre con tarjeta de crédito) y en la primer compra con la nueva tarjeta de crédito, me dan un 10% de descuento, sobre las promociones vigentes.
 
Lo malo, es que Liverpool es muy caro. Así que volví mis esfuerzos en adquirir una tarjeta de crédito Sanborns, cuya principal ventaja es que no te cobra comisiones, los precios son menores (son usureros, pero mucho menos que Liverpool), tienen un descuento adicional si pagas con la tarjeta de casa y con mi historial crediticio, seguro me la otorgan.
 
Y sí, me la otorgaron. Con un límite de crédito inferior a lo que necesito para adquirir mi cámara réflex. Después de ver las posibilidades con la tarjeta de crédito Sanborns, pues que no se pudo. Me dan chance de pagar lo que falta con efectivo o con otra tarjeta, pero ya no me aplican el descuento de la tarjeta de casa.
 
Así que entre indignado y encabronado, me dirigí muy orondamente a solicitar la expedición de la tarjeta de crédito pre aprobada en Liverpool. Ya estaba en eso de “su RFC, su dirección, etc” cuando se cae el sistema. “Lo sentimos, por favor regrese en un par de horas u otro día. Gracias”. No pues mañana voy.
 
Y fui mañana (que fue hoy). Afortunadamente el sistema estaba bien aceitadito y todo bien. Hasta que “favor de darme dos referencias, que no sean de donde vive”. U que tu mamá. Me resulta en extremo molesto que me pidan referencias. “Tienen que ser números fijos, de casa” “Pero señorita, no los van a encontrar en su casa; salen desde las cinco de la mañana y llegan hasta las nueve de la noche” Lo cual no es cierto, pero con eso quiero decir “para que te doy el número de su casa si no los vas a encontrar, mejor te doy su celular”.
 
“Lo siento, tiene que ser número local” Y así es como muchas instituciones usureras locales y trasnacionales se han perdido de mi excelente capacidad de (cof, cof, ejem, ejem) pago. No es por ser presumido, pero soy totalero. Es decir, pago lo necesario para no tener que pagar intereses.
 
Por eso soy fan de los meses sin intereses. Sí, ya sé, los meses sin intereses ya te ensartan con intereses. Pero es a plazos. Y tampoco es por seguir restregándoselas en la cara, pero soy muy cuidadoso de no embargarme más allá de mi capacidad de pago. 10 años siendo usuario de tarjetas de crédito me respaldan. Pregúntenles a mis amiguitos del buró de crédito.
 
Pero no me gusta dar referencias. Si de por sí, te andan llame y llame para el seguro de gastos médicos, seguro de vida, que sí otra tarjeta, que un viaje  a la luna con las tarjetas que uno tiene, sumarle el de otra institución que uno ni conoce, pues no se me hace correcto.
 
Además, ¡Ya tengo historial con la empresa! Me refiero a Liverpool. ¿Que no tiene un sistema donde les saque un historial de cómo ha sido mi comportamiento crediticio? ¿Y entonces, para que me pre aprueban un crédito tres veces superior a mi crédito actual (en la tarjeta rosita)?
 
Para todo esto, en mi mente comenzó el suave susurro de una voz que me dice “ya ves, son señales que te indican que no compres ni madres”. Y estoy por hacerle caso. Después de todo, ¿Para qué quiero sacar fotos? Definitivamente no voy a vivir de eso, ni siquiera lo intentaré.
 
Así que dueños y accionistas de Liverpool y Sanborns, tendrán un captivo menos, hasta que me aumenten el crédito o me otorguen la tarjeta de crédito sin tanta parafernalia. Total, uno solito es que se quiere ensartar. Y pues como serán de díscolos que ni así dejan de ponerse difíciles.
 
Con el simple hecho de presentarse a reclamar su tarjeta-esclavisante debería ser suficiente para que hasta cafecito nos ofrezcan. Tienen la sartén por el mango. Pero de verdad que no dan paso sin huarache.
 
Y ya nada más de refilón, si también andan en busca de una cámara réflex, los precios son mucho más bajos en Sanborns que en Liverpool. Si van a sacar una tarjeta de Sanborns, díganle a quien los atienda que cuando menos les otorguen lo necesario para comprar lo que están buscando.

Lo de la psicomagia, se explica solo, ¿No?

martes, 22 de octubre de 2013

Por fin…

Comienzo a psicotizar. Eso creo. Sí. Comienzo a confundir tiempos y personas. Revuelvo conocidos de trabajo con los conocidos de mi vida personal. “Ah!, entonces tu y él no fuimos a la misma escuela…” “Oh!, disculpa, me parecía que habíamos trabajado en el mismo proyecto”. La decadencia de la mente. De mi mente. Te veo. Te vi. Y recordé ese vacío. Más bien lo sentí.

Frío y escueto como una sentencia de muerte. Ja, muerte, hablo de muerte, de pulsión destructiva. Y aquí sigo. Tal vez no por mucho, no como recuerdo (todavía) que soy. Veo tu sonrisa (las fotos no permiten escuchar) y te siento feliz. Siento que fue hace muchas vidas. Y no, no ha pasado tanto. Ni creo en otras vidas. Solo creo en esta. Hasta donde llegue en estado consciente.

Ahí el problema. Comienzo a psicotizar. ¿Cuántas veces lo deseé? Muchas. “Que se sentirá” me decía. Ahora que lo estoy viviendo es como estar febril. Estas y no estás. Sientes, pero como anestesiado. Es un sentir raro, único, indescriptible.
Tal vez me duerma y mañana ya no sepa donde estoy o peor aún, quien soy, quien era, de donde vengo y a donde iba. Quizá por eso es que no puedo dormir. ¿Miedo? Yo digo que no. No tengo miedo a dejar de ser quien soy. Tal vez sea el instinto de supervivencia que me hace temer. Porque ¿No es como morirse el dejar de ser quién uno solía ser?

Por eso dejo estos escritos, para recordarme quien solía ser. Y medir el cambio. Yo digo que será mejor. Espero. Ahora me falta encontrar el mecanismo para hacerme llegar este legado y poder compararme.
Aunque, si voy a dejar de ser quien soy, quizá también se acabe mi destructivo afán de pensar. A lo mejor ni siquiera me va a interesar saber quién era. Porque ¿No es eso la muerte? Aceptar el eterno olvido.

Memorias del futuro