martes, 31 de diciembre de 2013

Yupi

Feliz 2014! Feliz año nuevo! Yupi Yupi!

*Pone cara de felicidad tan expresiva que todo mundo se da cuenta de su sarcasmo*

A mi la edad me vuelve más intolerante y decepcionado de la humanidad. Hasta hace un par de años, era costumbre ir con mis papás y hermanos a un pueblo cercano con mis abuelos. Ahí celebramos (celebraba) el año nuevo. 

No me parece justo que siempre tengamos que desplazarnos hasta ese pueblo. Esta a media hora, pero siempre somos nosotros los que nos movemos. El año pasado le dije a mis padres que yo no iba. Y no fui. Este año, no sé si por efecto de mi personalidad, se identifican con mi pensamiento o (lo más probable) que mis hermanos ya tienen hijos, este año la pasaremos en casa de mis padres.

Cada año se consolida la idea en mí de que el año nuevo es un día como cualquier otro, sin mayor trascendencia que un vil trámite. Como cuando uno se gradúa. Es un vil trámite. Lo importante quedó atrás, en los 364 días que le preceden.

Me estoy convirtiendo en la gente gris de Momo, o como los Dementores de Harry Potter. Es la edad. Como sea: Feliz Año Nuevo, espero que ustedes si la pasen contentos y felices. Bienaventurados aquellos que no se dan cuenta! No saber es la felicidad!

lunes, 23 de diciembre de 2013

La sonrisa de un niño

En una entrada pasada, comentaba sobre una foto mía donde estoy sonriente. Era un niño de 4 o 5 años. Y me preguntaba que me hacía tan feliz. Hoy soy tío de hermosos pequeños, hijos de hermanos míos; apenas van para los dos años de vida o un poco más.
 
En ellos veo y escucho esas sonoras carcajadas y esas sonrisas plenas. De qué o por qué se ríen es un misterio. Nunca había convivido tan cercana y duraderamente con un niño. Entiendo todas esas frases de que la risa de un niño es única. Es verdad. Son felices sin razón aparente. Simplemente son felices.
 
Creo que alguna vez fui así. Extraño esa felicidad. Pero además de este hallazgo, he sido testigo de otro. He visto como fue mi madre, como madre ¡Se divierte con ellos! La veo y le pregunto si es producto de su experiencia como madre, a lo que ella me contesta, que no, que siempre fue así.
 
Le pregunto que cual es la diferencia de cuando nos crió y ahora, que de vez en cuando, cuida a sus nietos. Su respuesta es, la energía. Me dice que ya no tiene la energía de antes. Pero en verdad disfruta de cuidar a sus descendientes. Cuidar en todo el sentido de la palabra. Los procura en alimentación, vestido, limpieza, bueno, hasta juega con ellos. Y se divierte. Veo que en verdad lo disfruta.
 
Me he convencido totalmente que si no me he perdido en el camino, es gracias a ella. Solo un ángel es capaz de querer y cuidar a un demonio, a pesar de ser demonio. Le he dicho en vida que de verdad la voy a extrañar, cuando tenga que irse para siempre. Solo me mira, con esos pequeños ojos y no sabe que decirme.
 
No lo sabe porque sabe que yo requiero de una respuesta veraz y probable. Y supongo que dicha respuesta no existe. No en los términos que necesito.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Soliloquio decembrino

Así como lo dice el título de esta entrada, escribiré para mí; digo esto porque tal vez te resulte no interesante y hasta aburrido.

Nunca he tenido una novia. De verdad. Por supuesto que he salido con mujeres. Pero nunca le he pedido a una que sea mi novia. Digamos, que todo se da por enterado. Y otra cosa curiosa: todas mis relaciones de “noviazgo” han sido con mujeres que han estado comprometidas (con novio o en proceso de separación).
Ya me había dado cuenta de este patrón: mujeres comprometidas. En mi favor, diré que no es una condición para buscar pareja. Es decir, no ando buscando mujeres comprometidas. Al menos no de manera consciente. Y de manera inconsciente no sé cómo le hago.
El punto es que me relaciono con mujeres comprometidas. Como dije anteriormente, ya me había dado cuenta de este patrón. Y por más que le buscaba la cuadratura al círculo, pues no encontraba una explicación. Hasta esta semana.
Esta semana tuve una comida con el que considero un maestro para mí, es encargado de un sistema de salud público. A saber, es doctor en psicología clínica. No es raro, pues, que lo tenga en tal alta estima y escuche y estudie con profundidad lo que piensa y dice.
Así que al calor de las copas, porque la comida fue el pretexto para dejar que Dionisio nos procurara con sus bendiciones (mañosos, dice mi madre), le comenté esta condición tan peculiar mía. Y se la conté porque he sido desechado como objeto amoroso (me cortaron, pues). Y ando dolido y muy triste.
No pasaron ni cinco segundos, cuando mi mentor, en una actitud de profesor a punto de revelar un teorema, me mira y dice “hay psicólogo, es tan obvio, tienes un Edipo no resuelto”. ¡Fum! Tan solo escuchar la palabra “Edipo” todo fue muy claro como el cristal. Es cierto, mis relaciones han sido absolutamente edípicas.
Yo soy el hijo, el hijo que compite con el amor de una mujer, su madre, a su contrario natural, su padre. “Tu, hombre, no te mereces esta mujer. Es mía, no tuya”. Por supuesto que es totalmente simbólico el asunto. De hecho, he conocido a pocos de mis contrincantes. Y de conocerlos, solo de vista.
Pero eso no quita toda la carga simbólica que ellos representan. Un padre, al cual no odio, pero que no merece a la mujer que tiene. Eso, estimados lectores, es lo que me pasa. Desde hace tiempo creo que mi padre no merece a la mujer que tiene. Pero amo profundamente a este hombre, mi padre, mi verdadero padre, mi padre biológico.
Y también amo, incluso más, a mi madre, la mujer que no merece mi padre. Así pues, no puedo odiar a mi padre, ni siquiera verlo en actitud de juez ¡Es mi padre! Y tampoco puedo exigir que mi madre lo deje. Porque ella sabe tan o más que yo, lo que yo no he comprobado (y ni quiero).
Así pues, mi psicoanalista, podría teorizar, con mucha precisión que yo, al no poder decirle a mi padre que no se merece a la mujer que tiene, y no poder decirle a mi madre, que se aleje de ese hombre, que es mi padre, lo vivo en mis relaciones de pareja. Es ahí donde sí puedo decirle a mi madre que deje a ese hombre, donde incluso puedo darme el lujo de menospreciar, a ese, mi padre, donde puedo competir y quitarle a su mujer, para que me ame, quiera y procure solo a mí, porque no sabe lo que tiene, no merece lo que tiene ¡Mejor yo!
Y como todas las cosas, luego del asombro inicial y de encontrar un indicio más de que el psicoanálisis y la psicodinamia están muy vigentes y funcionales, pasé a formularme la cuestión ¿Y de que me sirve saber este hallazgo? Bien, por el momento ha sido para dar una respuesta durante mucho tiempo buscada. Y tal vez, con el tiempo, pueda encontrar un uso más práctico, que vaya más allá de una anécdota interesante, y hasta quizás, chusca.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Insomnio

Me duermo a las 12 de la noche, y a veces, concilio el sueño hasta las 2 a.m.

Me despierto a las 4 a.m., aunque a veces desde las 3 a. m. . Solía dormir 8 horas al hilo.

En ese lapso que me despierto, me vuelvo a dormir, para despertar una hora después. Dos si me va excelente. Ese par de horas es cuando verdaderamente descanso.

Esto debería ir al Twitter.

Tu deberías estar conmigo. Interesante propuesta de abandonarme en los fríos de invierno. Interesante.

En fin.