sábado, 19 de mayo de 2012

Este mundo, no es para los críticos


Críticar.- tr. Censurar a alguien o algo.

Si nos atenemos a lo que dice el diccionario, la actitud crítica es una actitud censora. Aunque una de las definiciones de censurar es "Reprobar, hacer una crítica negativa"; estamos inmersos en una banda de Möbius, Ouroboros sin sentido.

Ahora bien, si nos atenemos a la cuestión pragmática (bendita condición, sin ella estaríamos atascados), la crítica es hasta deseable. O al menos eso es lo que dicen hasta la saciedad aquellos que se consideran pensadores sociales (y de otras corrientes, todas ellas teniendo el común denominador el tener como bandera, el libre pensamiento o incluso el pensamiento crítico).

¿Para qué criticar? Para mejorar, para hacer las cosas bien, para aprender de los errores, para que todo salga mejor. Mmm.

Según he escrito más arriba, hay crítica negativa, luego entonces debe haber crítica positiva. Pero una crítica es una crítica. Es como una mujer fea, que puede ser buena onda o mala onda (que en mexicano significa algo así como agradable o desagradable en su trato), pero fea a fin de cuentas.

Así que uno recibe la crítica y sin importar si es negativa o positiva, es una crítica. Y a nadie le gusta que le critiquen. Yo por eso he dejado de criticar. Ahora sólo hago señalamientos. Para aquellos que saben quién soy en carne y hueso, saben que mi tendencia es izquierdosa, pero lo que pocos saben es que yo no me considero de izquierda.

Es decir, no en el sentido de ser un militante. Hace como quince años estuve en la disyuntiva de afiliarme a un partido político, el PRD. Pensador que he sido, al menos en el sentido neurótico, estuve a punto, pero nunca lo hice. Ni lo haré. El tiempo me ha confirmado mis sospechas. Tuve que esperar quince años, pero estoy a gusto (desde hace como trece años) con esta decisión.

Mi argumento principal, fue y sigue siendo, la temporalidad de las cosas. Esto es, cuando estuve a punto de afiliarme, personalidades como Cuauhtémoc Cárdenas, René Bejarano, Rosario Robles, Jesús Ortega, Carlos Imaz, Claudia Sheimbaum, Porfirio Muñoz Ledo, Andrés Manuel López Obrador, etc., eran la vanguardia de la izquierda mexicana. Hoy, sólo uno de ellos merece ser considerado de izquierda. De la verdadera izquierda. O eso creo; dentro de 15 años se los confirmo.

Pero mientras tanto, porque no se los he dicho todavía, la razón por la que no me afilié fue precisamente la temporalidad, en el aspecto de que tuve una epifanía: al afiliarme a un partido, y si este partido a futuro cambia ¿Qué pensaría yo de eso? ¿Me arrepentiría? ¿Sería una frustración más en mi vida? ¿Desearía que no lo hubiera hecho?

Aunque claro, el afiliarte a un partido no es como si te casaras. Y aún así, los matrimonios, incluso los que se juran ante el alter, se terminan. Sin embargo, he sido y sigo siendo un hombre de absolutos. O todo o nada. De ahí mis problemas existenciales. La totalidad o la nulidad absoluta, en general no existen. Por eso nos salva la cuestión pragmática.

Aplicado a mi caso, embutido como estaba en el quiero o no quiero, el tiempo pasó y no me inscribí. Porque si el inscribirme o no fuera el factor determinante, hasta hoy hubiera dicho que mejor no. Pero la cuestión pragmática no espera. Se resuelvo o no se resuelve, es temporal, fija y finita. Para cada caso, claro.

Así que hoy, mi pensamiento es todavía más absolutista que antes. Certero y asertivo. Y ahora que estoy leyendo cosas relativas al comportamiento humano, leo que un rasgo característico de un esquizoide, es precisamente que es absolutista, certero y asertivo. Un esquizoide es por ejemplo, un sicótico, personas que viven en su mundo. Y como ellos crean su mundo, lo que ellos creen es certero y absoluto. Por eso es un rasgo distintivo de los esquizoides.

Pero no es la finalidad de esta entrada tratar el tema de la salud mental. El tema son las votaciones próximas para presidente de la República Mexicana. Cada que me preguntan, respondo que voy a votar por el menos peor. Eso por sí mismo es grave. Votamos por el menos peor, no por el mejor. No es lo mismo, ni es igual.
Curiosamente, dado que hago críticas al PAN y al PRI, por defecto me tachan de perredista. Pero no lo soy. Ni estoy interesado en serlo. Antes dije que ya no critico, que nada más hago señalamientos. Bueno, casi ya no critico. Pero en lo que se refiere a los últimos 80 o 100 años de gobierno sí lo critico. Lo censuro. Es censurable su posición y lineamientos.

Pero el hecho que critique al PAN o al PRI, no exime que critique al PRD y partidos afines. El PRD no es la solución y en mi opinión, dista de serlo. Yo todavía creo en las personas. En las individualidades. Hoy, que está en boga hablar de trabajo en equipo e instituciones lo que hace falta, según mi perspectiva, es una buena voluntad. Una voluntad unipersonal que tenga la capacidad de aglutinar y sacar lo mejor de la gente.

Creo que de los candidatos que están, solamente uno tiene esta capacidad. Lo dice en su discurso, en los hechos, al menos aquellos que se permean van en esa dirección. Pero no es perfecto, ni creo en él como un mesías. Algunos defectos se llaman René Bejarano, PRD, Camacho Solís, Manuel Barlett. Ven, dista de ser perfecto. Pero es el menos peor.
También creo que no importa qué partido llegue a la presidencia. Importa quién llegue a la presidencia.

Como dije antes, creo en la voluntad unipersonal. Creo en caudillos. Las instituciones mexicanas, todas, se encuentran rebasadas. El cambio de ellas depende de las voluntades individuales de los que habitan en ellas. No al revés. Las instituciones, hoy en día, están corrompidas, y te va a formar siendo corrupto. Por eso es que dependen de las voluntades individuales. Dependen de caudillos.

Dependen de gentes cuya voluntad vaya en contra de las instituciones, hoy corruptas, que tengan la gracia y fortaleza para hacer el cambio. Y pongan atención lectores, hablo de caudillos, en plural, no me refiero a una sola persona. Una sola persona es nada. Dos personas es nada. Pero se requiere de unas cuantas voluntades, que pongan el ejemplo. Creo que hay una persona de las que están de candidatos que cumple con esta condición.

Pero no de manera milagrosa. De lo que he escuchado en la calle y sitios públicos, escucho de la esperanza. Actualmente a eso me dedico, a dar esperanza. Me dedico a intentar hacer que una persona tenga confianza en que todo va mejorar para sí. Pero no hay certeza de ello. Y contrariamente a lo que se pueda pensar, dar esperanza es una gran responsabilidad. Pero la gente habla de la esperanza, del cambio que no llegó hace doce años, de la esperanza para que el próximo sexenio comience una reestructuración de las instituciones mexicanas.

Leo en las ultimas noticias, el hartazgo de los estudiantes, que comenzó a permear en los medios porque inició con un ¡ya basta! de una escuela ¡privada! Sorpresas te da la vida.
Leo también, que varios generales de división (máximo rango del ejército mexicano, solo por debajo del secretario de la defensa nacional y del propio presidente de la república) están indiciados como posibles “facilitadores” del narcotráfico. Cuando ese personaje dijo “al diablo con sus instituciones”, a esto se refería.

Recalco en negritas porque no es lo mismo “con sus” a “las”. Para aquellos que todavía no lo entienden, se refiere a las instituciones corruptas y en franca descomposición que hoy nos dejan diez mil muertos por mes, que hoy nos tienen con un precio de gasolinas que no corresponde a un país productor de petróleo, que hoy nos tienen hasta la madre.

Y sin embargo, no creo que aunque gane la opción que nunca ha ganado, México tenga un cambio mágico. Se necesita un plan de país transexenal y transpartido. Sí, que no dependa de seis años de un presidente y mucho menos que dependa de las necesidades y requisitos de un partido político. Pero algo es algo. Todo gran viaje comienza con un paso. Este paso no ha sido dado y hoy tenemos la esperanza, que no es certeza, de dar ese paso. Démoslo.

PD. Y no, no soy perredista ni pejista, yo voy a votar por el que considero el menos peor.
PD. Tampoco estoy buscando convencerlos, voten por quien su chingada gana les dé, pos estos.

2 comentarios:

Nash dijo...

Y sin embargo, se mueve.

O lo que quería decir, pudieron condenar en la santa Inquisición por criticar, pero el individuo criticado, bajita la mano, cambió en algo el objeto de crítica, se le movió el tapete pues. Ahora, y en efecto, a nadie le gusta ser criticado (a mi, a veces) porque la crítica nos mueve de nuestra zona de confort y, si estamos confortables, ¿para qué movernos?. Yo no soy muy criticona, es más, ni víbora soy, aun con lo divertido que parece ser, pero, al igual que tú, hay hechos que me parecen censurables, reprobables y que no considero que sea digno de cualquiera que pretenda ser un buen ciudadano el callar dichos actos.

Tampoco soy partidista, también votaré por el menos peor. Triste, pero de una forma hay que empezar. Y también creo que cada quien puede votar por quien se le hinche su regalada gana y si alguien quiere anular su voto, que lo anule, sus razones tendrá. Lo que no creo que se deba hacer es pasarse la vida criticando todo y luego poner comentarios como el siguiente: "Please, que ya sea 2 de julio. Ya me tienen harto con toda su "política". Me importa un carajo quien gane, pero ya que se acabe.". Es más, hasta pena me da decir que es un comentario real, de una persona real y que, pa' colmo, yo conozco al ente en cuestión.

Tal vez el mundo si es para los críticos, pero no para los buenos críticos. ¿No crees?

lavega dijo...

Fíjate que no había pensado en la critica, desde el punto de vista de sacarte de tu zona de confort. Pero me parece muy buena observación.

La cuestión es entonces, hasta que punto uno decide que esta bien en la zona de confort que tiene, de que depende, del dinero, de la fama, de la posición, de las capacidades?

Uff, me dejas en que pensar. Yo no lo había pensado, pero mi cambio de lo que hago para vivir (trabajo) es una respuesta a no estar conforme con la zona de confort que tenía (digo tenía porque ahora estoy peor que recién egresado, económicamente hablando).

Ay Cuetz, te pasas!