domingo, 6 de mayo de 2012

Casi lo tengo

Pero no lo consigo mantener. Me refiero a que hay ocasiones, cuando voy caminando durante mucho tiempo, sin hablar con nadie y con ninguna gente a tu alrededor, o viajando en auto, solo,  y dejas que tu dialogo interno se pare (lo cual es increíblemente difícil, y nunca lo he hecho de manera activa) llega  a ser un estado “idílico”.

Es decir, todos los problemas dejan de tener el significado agobiante que tienen, “entiendes” el significado de tu vida, sientes como si corriera un chorro de agua por tu estómago (lo cual es muy tranquilizante y agradable), entiendes y aceptas tu vida.

Pero en cuanto me doy cuenta de esto, mi dialogo interno se reactiva. Y se chinga la cosa. Porque nuevamente los problemas se llenan del peso agobiante que tienen, tu vida sigue siendo la que ha sido, el chorro de agua se convierte en un retortijón y sigues sin aceptar del todo, lo que vives y has vivido.

Y es que el dialogo interno es total y absolutamente lógico. Es el acto mental por excelencia. Todo debe tener un significado, todo debe tener una explicación, tanto las buenas como las malas cosas. El dialogo interno es el intelectualito que todos llevamos dentro.

Me han dicho que el yoga es un buen ejercicio para lograr “parar” el dialogo interno. La verdad es que el yoga no es para mí. Como que no le veo “sentido” a una serie de flexiones. Lo he intentado y pues no me resulta nada atrayente. Prefiero las caminatas. Aunque no sean muy largas, pero si cansadas. Hace un par de semanas, casi un mes o más, tuve una visita inesperada.

Una, quisiera poner amiga, pero la verdad es que apenas y nos conocemos, vino a verme a mi pueblo. El simple hecho de que alguien me visitara es extraordinario, porque no soy del tipo que le agraden las visitas. Pero además fue una mujer y además fue por su iniciativa.

Digamos que en la escala de las cosas extraordinarias, esta ha sido la mayor, de los últimos 5 años. Todo un récord. Ella, que es como 10 años más joven que yo, me dio una arrastrada (literal) en la caminata que hicimos a un cerro. Me hizo ver la falta de mantenimiento que tengo con mi cuerpo.

Ella, ágil, de mente y cuerpo, fue un recordatorio de lo que uno puede encontrar allá afuera. Es de plática amena, y nada aburrida. A decir verdad, me sentí obsoleto. Quiero decir, casi siempre, me siento superior a mis interlocutores, en el aspecto técnico-académico-universitario. Casi. Porque hay personas, como esta chica, que es extraordinariamente superior.

Y bueno, a mi favor diré, que con mis promedio 90 puntos de cociente intelectual, me parece, no aburrí a una (según cálculos mios, porque no le hice la prueba) poseedora de unos 130 o 140 puntos de cociente intelectual.

Lamentablemente para mí, no he podido verla nuevamente, en parte porque es una mujer muy trabajadora y en parte, supongo, por falta de interés causada por mí en ella. Pero no me quejo. Como dije antes, es un recordatorio de que allá afuera hay gente que vale la pena conocer. Uno tiene que salir a buscar a esas personas.

Lo malo de mí, es que soy muy huevón (flojo, en mexicano). En fin, en estos momentos me estoy haciendo la pregunta de que tiene que ver el parar el dialogo interno con contarles de esta visita. Si fuera esto una sesión con el psicoanalista, y yo fuera el psicoanalista, diría que la asociación es por el concepto de extraordinario.

También les conté que apenas tuve un colibrí en mis manos, que también fue algo extraordinario. Entonces, si he tenido en el transcurso de tan poco tiempo, tantos actos extraordinarios, debe ser porque  mi tiempo en este mundo se esta terminando.

O tal vez solo sea mi paranoia recurrente. Tal vez es que soy esquizoide. O tal vez no hay nada de significado en estos actos y es puro azar.

¿Ven porque no me gusta pensar?

2 comentarios:

Nash dijo...

Pero pensar es taaaan bonito!!! Aunque yo también quisiera, a veces, parar el diálogo interno.

Por cierto, el yoga sirve, pero funciona más cuando si lo ves como un método para mejorar tu flexibilidad y agilidad (igual y subes más fácil el cerro).

Yo creo que si no te ha visto, es sólo porque es una mujer muy trabajadora!! jeje.

Debrayar es parte de la vida, creo que es un, cómo decirlo, una característica de los que logran cambiar el mundo y hacerlo mejor, peor o diferente. O todos esos son paranoides.

:)

lavega dijo...

Hola!, es siempre bien recibido tu comentario. Ah pues no se... en fin. Y si, es una mujer muy trabajadora y bien interesante.

Saludos!