jueves, 12 de abril de 2012

Mamá, hay un colibrí en el foco de mi cuarto


De verdad. No sé ustedes, pero por acá hace una de calor, y eso que los días han estado nublados. Por esa razón (el calor) es que mantengo las ventanas de mi cubil abiertas hasta muy entrado el día, es decir, casi hasta anochecer.

Y pues mientras me encontraba viendo videos por la red estudiando, escuché un continuo aletear de algo. Como vivo en campo, no es raro que se metan insecto o incluso aves. Por lo general, ese tipo de aleteo vertiginoso y desesperado es de las polillas, esos insectos que parecen mariposas zombi, así que no le hice mucho caso y seguí en lo mío, ya que por lo general terminan estacionándose en alguna pared (y entonces es cuando las saco, porque las polillas me dan cosita).

Pero el desesperado aletear no terminaba, así que volteo a ver y ¡sorpresa! Un colibrí. Bueno, una colibrí, porque la muy weya (ahorita les digo porque weya) era toda feíta, sin color. Y eso en el mundo animal, casi siempre indica que se trata de la hembra. A decir verdad, no sé si era hembra, pero según mis conocimiento, sí.

Y digo que era weya porque teniendo una ventana de unos 1.50 m por 1.00 m no podía salirse. Por lo general, las aves que entran, salen inmediatamente. Pero esta mensa nada más no daba con la salida. Y como ya estaba oscureciendo, tenía prendida el foco. Pues además de weya, se me hace que tenía complejo de insecto, pues revoloteaba alrededor del foco.

Como se detenía, me comencé a preocupar: si alguna vez han tenido en la mano un colibrí (yo con esta, es la tercera) sabrán que son muy, pero muy frágiles. Es decir, no podía agarrar así como si nada. Era muy probable que la lastimara. Y por otra parte, el esfuerzo que estaba haciendo por volar y volar era intenso. No lo sé, pero supongo que también se cansan, sobre todo a la increíble velocidad con que baten sus alas.

Así que después de unos minutos, en los cuales me quedé lo más inmóvil posible, se postro en la base del foco. Por fin descansó. Aproveche el momento para abrir la otra ventana y terminar de abrir por completo la que ya estaba abierta. Tarde más en pensar esto que en lo que el colibrí volvió a volar y volar y volar.

Y como les comento, era medio weya, porque no podía encontrar la salida. Lo que hice fue apagar el foco, pero creo que no son como los murciélagos y comenzó a estrellarse con la pared. Así que prendí el otro foco, el tengo en una silla que funciona como buró y se encuentra al costado de mi cama, que uso para leer. Nuevamente se calmó un poco y se volvió a posar en el foco del techo.

Pero no se pudo estar ahí, volvió a volar. Llegó un momento en el cual de plano se cansó y termino en el piso. Momento que aproveche para lo mas gentil que me fue posible, tomarla, acurrucarla en  mi mano (no debes apretar a un colibrí, porque es prácticamente mortal para ellos) y salir al patio. Me pareció que ya estaba muerta y me entristecí mucho. Pensaba que qué pendeja era por haberse metido a mi cuarto y no poder salir.

Y entonces comencé a hablar con la madre tierra diciéndole que no era mi culpa que yo nada más tenía calor y por eso había abierto la ventana y que porque no educa mejor a sus creaciones, si como esta, que además de norteada, era bien desesperada y pendeja. Total, comencé a pensar que por fin mi sueño se había cumplido y había comenzado con un brote psicótico, tras lo cual deje de hablar conmigo mismo porque vamos, eso es de locos.

En cierto momento, comenzó a mover su cabecita. No sé si lo han notado, pero los colibrís tienen un picote. Ese fue el que me indico que aun estaba viva. Le comencé a hablar, a decirle que no tuviera miedo, que no era mi intención hacerle daño y que por favor se repusiera para que se fuera a donde quiera que van los colibrís. Le acaricié el lomo y por fin ¡Voló!

Son rapidísimos, solo alcancé a ver como una mancha se movía de mi mano y se confundía con la mancha que es el cielo cuando esta oscuro. Y descansé.
Sin embargo, me queda el sentimiento que voló con el último aliento que le quedaba y que únicamente lo hizo por instinto, para ahora sí, morirse de verdad. Son estos momentos cuando uno desea de corazón que se equivoque.

PD: A veces releo lo que escribo y ni yo me lo creo. Aquí la evidencia de lo que les conté.

 Foto 1. Es bien difícil tomar la foto de un colibrí en movimiento

Foto 2. Acercamiento a la weya

Foto 3. La weya posa de frente. Eso que ven no es telaraña, es un adorno que simula ser telaraña, ok? ¬¬

2 comentarios:

El Signo de La Espada dijo...

polillas: mariposas zombie..... me van a correr de esta casa por cagarme de risa a las 3 de la morning!!!

oye qué suerte, yo siempre he querido tener en mis manos a un colibrí


espero que no se haya pasado pal otro barrio. No te parece de lo más trágico que un milagro, como es el colibrí, muera?

lavega dijo...

Hola Ben, que milagro?

Pues, si, es bien chido tener un colibri. Y tambien espero que no se haya muerto.

Un gusto leerte y haber si ya metes algo en tu bitacora de vida. Que andas haciendo ahora?

Saludos!!