Hace un par de años que había leído algo con respecto a parejas asexuadas. Aunque el término es incorrecto, creo, porque asexuado es por ejemplo, las muñecas Bárbara: si les quitas toda la ropa, veras que efectivamente no tienen sexo. Ahí donde debería estar un pene (Kent) o una vagina (la constelación de todas las presentaciones de Barbi) está todo plano, ni sale ni entra algo, plano nada más.
Ahora bien, a lo que se refieren con esto de la asexualidad, es a que no les interesa practicar el sexo, en cualquiera de sus modalidades, hetero, homo o bisexual. No me queda del todo claro, si como mi compadre, macho calado, que ya la probó y no le gusto. Ja ja ja, es un chiste, lo del macho calado, que aquí en México usamos para indicar que un compañero ya fue sodomizado, pero no le gusto. De ahí el término “calado”, es decir, probado, esto es, ya probó el órgano reproductor masculino y no sintió rico. Ja ja ja ja. Ya ven como somos de machitos por estos lares.
Bueno entonces decía que no me queda claro si un asexual ya probó el sexo y no le gusto o nunca lo ha probado. Ahora bien, esto nos podría inducir a un debate como el termino ateo, porque para ser ateo, antes debe existir un teo (dios), por lo que si eres ateo, en realidad aceptas que si existe dios, porque tú te consideras un sin dios. En realidad es una vil artimaña pseudofilosófica que fácilmente puede ser descubierta. Ahí se los dejo de tarea.
Regresando al tema de esta entrada, los así autodenominados asexuados, incluso se llegan a casar y dichos matrimonios juran que de sexo ni virtualmente. Lo que me lleva a preguntarme si estas personas no tendrán un problema intrínseco.
Sin ofender al lector, pero uno de los argumentos para indicar que la homosexualidad no es algo “normal” es que si esa fuera la norma, o evoluciona (es decir, se adapta) la manera de reproducirnos o desaparecemos como especie. Es fácil deducir el porqué. En este mismo contexto coloco a los asexuados.
Si la asexualidad es algo normal, o evoluciona nuestra manera de reproducirnos o estamos condenados a la extinción como especie. No hay vuelta de hoja y hago esta declaración con total ausencia de cuestiones moralinas, odio, suspicacia, espanto, inconformidad y sustento con pensamiento lógico lo anormal que resulta ser la asexualidad, como la homosexualidad.
Y si se me acepta la premisa de lo anormal que es la asexualidad, lo siguiente es indagar sobre la etiología de la misma. Con respecto a este punto, no he encontrado algún estudio científico que trate sobre el tema. No me queda más que especular. Y es que hay todo un abanico de posibles causas, desde las fisiológicas (tumores en ciertas partes del cerebro), hasta cuestiones netamente psicológicas.
Sin embargo, me parece interesante los posibles estudios, por ejemplo, psicológicos de estas personas. Apostaría a que se encontrarían ciertas características psicopatológicas comunes en aquellos que se autodenominan asexuados.
Como he dejado claro en anteriores entradas, yo considero que el sexo y el amor no son lo mismo y uno es independiente del otro. Puede haber amor sin sexo y sexo sin amor. El tener sexo hace, de cierta manera, que exista una conexión, bueno de hecho hay una conexión física, pero me refiero a que puede ser el incitador a tener un contacto más “cercano” con aquella persona con la que tuviste sexo.
Puede, pero no necesariamente sucede. Así pasa con el amor. No es por nada que existe el amor “platónico”, ese amor abstracto que no culmina en interacción sexual. Y sin embargo, se dan casos en que uno da la vida por el otro, porque lo ama, aunque no hayan tenido sexo.
Ahora bien ¿Para qué sirve el sexo? En la concepción puramente biológica, para preservar la especie. Por otra parte, en el ser humano, el sexo es fuente de las más variadas emociones que pueden no culminar en la preservación de la especie. Es decir, por pura y mera diversión.
Aunque a veces, como en el caso de los masoquistas sexuales (ya vieron la película un método peligroso?) proporciona un placer, considerado por otros como insano. La sanidad de una práctica sexual, va a la par del daño que pueda infringir a terceras personas. Si dos o más personas se reúnen para tener sexo “fuerte”, del que el común de la gente considera insano, y todas están de acuerdo en participar y no dañan a otros, entonces se debe considerar que es una práctica totalmente aceptada y normal.
Obviamente que este grupo de personas debe estar pleno en sus derechos y tener la edad suficiente para saber distinguir entre la coerción y el libre albedrío y que ninguno de los participantes lo sea bajo algún tipo de amenaza. Como dije anteriormente, debe ser bajo su libre albedrío.
El que a mí o a otras personas nos parezca deleznable, es una opinión, que está sustentada en la cantidad de vivencias, creencias y valores propios, pero no por ello deben considerarse bueno o malo. Tal vez contravenga la moral, pero la moral es temporal y contextualizada a una sociedad en particular. Es decir, lo que en una comunidad es motivo de extrañamiento, en otra será una novedad, e incluso será aceptable. Los griegos, por ejemplo, consideraban normal la homosexualidad (de ahí el término “mancebo”) o la esclavitud. Esa era su moral.
Entonces, el sexo sirve en esencia, para preservar la especie. Y por eso es que el cuerpo humano reacciona ante una figura curvilínea (caso de los hombres heterosexuales) y sabe ante qué (en realidad no lo sé) en el caso de las mujeres heterosexuales. Si bien es cierto, que los parámetros de la estética son moldeados por las modas y el bombardeo de productos de mercadotecnia, es cierto también que existen componentes de belleza que pueden ser considerados universales.
Por ejemplo, se llegan a consensos sobre el tema de la belleza sin importar el origen étnico de la persona. Es decir, es posible señalar de manera más o menos unánime una japonesa que sea considerada hermosa, o una china, o una española o una francesa, o una italiana o una pongaAquíElPaísQueGuste.
De esta manera, el sexo, además de un fin puramente biológico, tiene un fuerte comportamiento social. Pero además el componente biológico es moldeado por una serie de apreciaciones que tienen que ver con la posible descendencia. Así, las mujeres prefieren a hombres con mandíbulas cuadradas porque con ello denotan poder, los hombres prefieren a mujeres con caderas anchas, pues ello es indicativo de que es una buena incubadora, e incluso, el producto, es decir, los bebés nos resultan (bueno a casi todos, yo no me incluyo en este grupo) tan desvalido y proporcionan una empatía inmediata: tienen que, si quieren sobrevivir en este mundo. Un bebé es el ser más desvalido de toda la gama de criaturas con las que coexistimos.
Toda esta serie de ideas para indicar lo extraño que resultan los así llamados asexuados, porque ya sea por el componente biológico o por el componente de placer, el no querer sexo de manera declarativa es muy raro. Hay quienes no tenemos sexo, ya sea por falta de dinero, por falta de carisma para conseguir pareja o por falta de belleza física, pero no porque lleguemos a un convencimiento de no querer tener sexo.
Vamos, yo mismo he buscado la asexualidad. No he podido. Y no he podido no porque no quiera, es porque no puedo. Es como si quisiera dejar de respirar. Aunque no quiera, mi cuerpo lo necesita, así que termino por respirar. Así sucede con el sexo. ¿A poco nunca les ha pasado que desean con toda claridad no sentir eso que se siente por la persona que tanto te gusta? Pues simple y sencillamente no se puede.
Y eso que yo no busco reproducirme. No hay nada más hermoso y placentero que yacer al lado de esa personita que tanto te gusta, con todo y sus defectos, tanto físicos, como de pensamiento. Yacer con ella después de una vigorosa y vigorizante sesión de sexo. Amén.
Unas ligas al respecto
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