jueves, 12 de enero de 2012

Desarrollo normal y patológico

La siguiente entrada es un ensayo que me pidieron en la escuelita. Como el profesor me felicitó por el trabajo, se los comparto. A mí también me gusto harto mucho. Al releerlo note que tiene algunos defectos de redacción, pero la idea se entiende. Espero que también les resulte cuando menos interesante la lectura.
Saludos!

El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) dice (entre otras acepciones) de la palabra normal: adj. Dicho de una cosa: Que, por su naturaleza, forma o magnitud, se ajusta a ciertas normas fijadas de antemano. Como puede apreciarse, el término normal, bajo un entendido genérico, es ajustarse a una normatividad aceptada por la sociedad que lo considera como tal (esto es por inferencia).

La misma RAE, con respecto a la patología, dice: f. Conjunto de síntomas de una enfermedad. Partiendo de estas dos definiciones, es incluso complicado poder decir o definir que se puede considerar que sea un desarrollo normal y que es un desarrollo patológico. En primer lugar porque el hecho que una sociedad considere cierta normatividad, por ejemplo, que la homosexualidad es “mala”, no necesariamente es así.

Por otra parte, la cuestión patológica es menos ambigua y más acercada a una aproximación carente de sentido moral, como es el caso del término “normal”. Quitando el sentido moral de bueno y malo, es la manera que considero correcta de habar de términos normales y patológicos, con respecto al tema de la personalidad.

Según Azpiros y Prieto [1]se pueden distinguir ciertos criterios para distinguir la anormalidad, que pueden ser estadísticos, legales, subjetivos, socioculturales y biológicos. Toda una gama que son aglutinadas por la cuestión estadística y el significado de norma, bajo ese contexto, es el de la mayor cantidad de elementos que se repiten conjuntados en lo que conoce como media de la muestra. Eso es normal. Según Jaspers [2] lo “anormal” no es una comprobación efectiva sino una valoración, y como es bien sabido, toda valoración tiene un elemento de subjetividad importante.

Por otra parte, y según el DSM IV, el diagnóstico del trastorno de la personalidad no es objetivo sino que se trata de una construcción social y como ejemplo me gustaría mencionar los rasgos que tienen en común los sicópatas y los ejecutivos de altos cargos empresariales, ya que según el psicólogo Paul Babiak, uno de cada 25 líderes de negocio [3] tiene características psicopáticas, cuando la proporción en la población de psicópatas se considera del 1% (es decir, 1 de cada 100, cuatro veces menos).

Aunque el término psicópata es sinónimo de asesino, para el común de la gente, evidentemente esto no es así. El término se refiere a personas que carecen (entre otros rasgos) de empatía hacia los demás, y que no les importa mucho las cuestiones morales con tal de lograr sus objetivos. Ese tipo de personalidad encaja bien con los aspectos deseados de un buen ejecutivo empresarial: lograr sus objetivos a costa de lo quien sea utilizando lo que sea.

Este es un buen ejemplo, pues mientras que un asesino que es psicópata es mal visto y hasta vituperado por la sociedad en general, un ejecutivo exitoso, también con personalidad psicópata, es incluso objeto de envidia por parte de la misma sociedad que censura el comportamiento del primero. ¿Es que hay una diferencia? ¡Por supuesto! Uno es un depredador de humanos, mientras que el otro también es un depredador, pero más bien de posiciones sociales. Tomando el caso Enron [4], comandada por una miríada de altos ejecutivos, muchos de ellos con características psicopáticas, llevaron a la ruina a miles de familias, directa e indirectamente y se considera una actitud reprobable.

Según veo, mientras que un asesino tiene como objetivo primordial el acabar con la vida humana, los altos ejecutivos (como en el caso Enron), guiados por una personalidad similar, no comparten el mismo objetivo primordial. Si bien es cierto que a consecuencia de los actos de estos ejecutivos, ocurrió la ruina y hasta el suicidio de más de una persona, que en términos estadísticos debe superar la cantidad de muertes de un asesino psicópata, es indudable que lo podríamos considerar normal, mientras que al otro definitivamente insano mental. Y sin embargo comparten una misma psicopatía.

Así pues, me parece que son las consecuencias y objetivos primordiales derivados de los actos de las personas, lo que nos puede dar una guía para determinar que podemos determinar como normal y que como anormal, y es que como muchas cosas de este mundo, se encuentra estrechamente relacionado a la temporalidad y a la sociedad en la que se desenvuelva.

Referencias



1 Lo normal y lo patológico

2 Jaspers, K., Psicopatología General. 3ra edición en español. Fondo de Cultura Económica

3 Líderes empresariales

4 Caso Enron

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