domingo, 17 de diciembre de 2017

La gitana




Hace ya muchos, muchos años, tendría unos 12 o 13 años, en la feria del pueblo, andaba viendo los puestos de tiro al blanco, tiro de dardos, los puestos de juegos, cuando vi una carpa diferente. Era como del circo, al menos así la recuerdo, pero chiquita. De ese tipo que tiene una protuberancia en el centro y de ahí cae el resto de la lona/plástico que lo conforma.
“Se lee el futuro” decía el cartelón de la entrada. Ya había escuchado o visto en tv o películas sobre las gitanas, pero nunca había visto a una. O al menos a una según el prototipo. Así que entré con curiosidad. No había gente. No estaba la persona encargada. Había penumbra. No tenía miedo, solo curiosidad.
Tan pronto estuve frente a una pequeña mesita de centro, salió la gitana, tras unas cortinas. Era joven, al menos así la recuerdo. Pero yo era aún más joven. Un estereotipo. Cabello negro, hirsuto, ojos grandes y oscuros, piel morena clara. No recuerdo si era guapa o no. Creo que sí era guapa. No lo recuerdo porque me sorprendió.
Me dijo “vamos, siéntate”. No había sillas, estábamos sobre una alfombra. A mi corta edad, todavía no había tenido novia y tampoco entendía muy bien porque se besaban los novios. Estaba en secundaria y varios compañeros ya tenían novia. Ya fajaban[1].
Yo todavía no tenía esa necesidad. No la conocía. Aunque ya me empezaba a gustar el cuerpo femenino. Las caras bonitas, las caderas, nalgas y senos. El olor a mujer. Lo suave y cálido de su piel.
Aunque me gustaban, no sabía lo que era besar, un faje. Creo que hasta sentía un poco de asco por besar. A fin de cuentas, era meter en tu boca la saliva de otra persona. Novato.
Obedecí y me senté. “A ver, dame tu mano”. No recuerdo si era la mano izquierda o derecha, porque me dijo “no, la otra por favor”. Fue la primera vez que tuve consciencia del toque de una mujer. En ese entonces, y todavía, no era muy cuidadoso con mi aspecto.
En particular, la pulcritud. Llevaba las manos sucias. En cuanto sentí ese contacto, pasaron varias cosas. Su contacto fue como un choque eléctrico; la piel era suave y cálida; su presencia era enigmática. Inmediatamente después, sentí pena. Tuve plena consciencia de la suciedad de mis manos, por lo que en un acto reflejo, cerré la palma a manera de puño.
La chica (la verdad no recuerdo que edad pudiera tener, así que yo la recuerdo como una chica de entre 20 y 40 años, bien conservada), conocedora de su oficio, supongo, me dirigió una mirada profunda y sonriendo me dijo “está bien, no te preocupes, abre tu mano”.
Me parece que entendió al momento mi situación. Tal vez estaba yo muy nervioso, quizá hasta temblando. Eso no lo recuerdo, pero algo en mí, le dijo a ella exactamente lo que estaba pasando. Sentía pena por mostrar mis manos sucias y que una mujer bonita me la tomara; casi como acariciándola, porque la lectura de la mano conlleva a un “examen” de las líneas de la mano.
Recuerdo que me dijo “veo que vas a vivir muchos años, más de 90 y, a ver cierra tu mano. Ah, sí. Tendrás 4 hijos”. Con esto, gentilmente, tomó mi mano, y la empujó hacia mí. Supe que la “consulta” había terminado. Ella se quedó sentada. No recuerdo si en ese momento le pagué o el pago fue al inicio, pero me salí de la carpa, entre excitado por el encuentro y las “revelaciones”, meditabundo sobre vivir más de 90 años y tener 4 hijos.
No sentí especial felicidad por saberme viejo o con 4 hijos. De hecho no tenía más referencias que mi propia familia. 4 hijos están bien, pensé en ese entonces. Hoy todavía me falta mucho para llegar a los 90 años, aunque ahora creo que no los alcanzaré, y no tengo problema con eso.
Tampoco tengo 4 hijos. Ni siquiera pareja estable. Ni un hijo. Y francamente no creo llegar a tener siquiera uno. Y eso tampoco me causa mayor sufrimiento. A final de cuentas, el destino no se encuentra en la palma de la mano.


[1] Tocamientos entre parejas; a veces, preámbulo de las relaciones sexuales. Besos, caricias candentes

2 comentarios:

Alberto Carranza dijo...

Esa es la narrativa.

lavega dijo...

Espero que te haya gustado.

Saludos!