lunes, 23 de diciembre de 2013

La sonrisa de un niño

En una entrada pasada, comentaba sobre una foto mía donde estoy sonriente. Era un niño de 4 o 5 años. Y me preguntaba que me hacía tan feliz. Hoy soy tío de hermosos pequeños, hijos de hermanos míos; apenas van para los dos años de vida o un poco más.
 
En ellos veo y escucho esas sonoras carcajadas y esas sonrisas plenas. De qué o por qué se ríen es un misterio. Nunca había convivido tan cercana y duraderamente con un niño. Entiendo todas esas frases de que la risa de un niño es única. Es verdad. Son felices sin razón aparente. Simplemente son felices.
 
Creo que alguna vez fui así. Extraño esa felicidad. Pero además de este hallazgo, he sido testigo de otro. He visto como fue mi madre, como madre ¡Se divierte con ellos! La veo y le pregunto si es producto de su experiencia como madre, a lo que ella me contesta, que no, que siempre fue así.
 
Le pregunto que cual es la diferencia de cuando nos crió y ahora, que de vez en cuando, cuida a sus nietos. Su respuesta es, la energía. Me dice que ya no tiene la energía de antes. Pero en verdad disfruta de cuidar a sus descendientes. Cuidar en todo el sentido de la palabra. Los procura en alimentación, vestido, limpieza, bueno, hasta juega con ellos. Y se divierte. Veo que en verdad lo disfruta.
 
Me he convencido totalmente que si no me he perdido en el camino, es gracias a ella. Solo un ángel es capaz de querer y cuidar a un demonio, a pesar de ser demonio. Le he dicho en vida que de verdad la voy a extrañar, cuando tenga que irse para siempre. Solo me mira, con esos pequeños ojos y no sabe que decirme.
 
No lo sabe porque sabe que yo requiero de una respuesta veraz y probable. Y supongo que dicha respuesta no existe. No en los términos que necesito.

No hay comentarios.: