01 septiembre 2011

El sentenciado


Sueños lucidos. Primera visión

- “Hace mucho tiempo que no venía a este pueblito, a este mercado”
- “El tiempo parece detenerse, bueno, no tanto. Lo que cambia es la ropa, las caras, pero el movimiento, el ajetreo del mercado, ese no cambia”
- “Las marchantas siguen poniendo sus productos en el suelo, como hace 20 años que vine”
- “Ahí están los aguacates, las fresas ¡Hasta los cajenecuiles! ¡Años sin verlos!”
- “También esas latas de sardina ¿Cúal era la media? Ah, sí. Cuartillo. Je, un cuartillo de frijol, un cuartillo de maíz nixtamalero. La medida es al ras de la lata de sardina, de esas latas ovaladas.”
- “Incluso la ropa de las marchantas sigue sin cambio, esas faldas negras abultadas, y sus listones en el cabello, en trenzas de prodigiosa forma”
- “Mucho ajetreo, pero en calma”
- “Quiero decir, esto es un mar de gente, todas en movimiento, comprando regateando, platicando”
- “Pero están en paz”
- “Los únicos que no parecen en armonía con el cuadro general, son esos dos chavo de allá”
- “Sobre todo el de la sudadera blanca”
- “¿Para qué se pone la capucha? Y esa sudadera parece recién salida de la tienda. ¡Hasta brilla!”
- “Si la finalidad es pasar desapercibido, no lo esta logrando”
- “El otro chavo si podría confundirse con toda esta gente”
- “¿Cuantos años tendrán? ¿Quince, diez y seis años? Aunque su rostro, ese refleja otra edad. El cansancio de sus ojos, la vejez adelantada, miran sin vida. Yo he visto esa mirada antes. La he visto en drogadictos, de esos que se mueren en el vicio. Pero también la he visto en...”
- “¿Qué le esta dando al chavo de la sudadera? Esa cosa negra, es...”
- “¡Chingada madre! Me volteo lo más rápido posible, los chavos quedan fuera de mi línea visual. Todo parece ir en cámara lenta ¡Chingao, muévete más rápido!
- “Y entonces escucho, más bien, siento un aguijonazo en mi cuello y luego, ahora sí, escucho un tronido seco, apagado, pero fuerte”
- “¡Es una bala! No la veo, claro, pero es eso. Una bala que sajó mi cuello”
- “Escucho un fssssss... ¡Es mi cuello que sangra por la yugular! No veo la sangre, tampoco siento dolor, pero estoy seguro que me estoy desangrando. Casi no escucho, es como si estuviera sumergido en una alberca. Los sonidos están apagados, se oyen muy lejos y silenciados”
-"Mis piernas se doblan, no obedecen a mi voluntad. Siento que caigo muy lentamente"
- “Tampoco puedo mover mi cara. Ahora estoy a nivel del piso. Sólo veo pasar muchos pies y piernas. Pero no se acercan mucho a mí”
- “No quiero respirar, porque cada respiración siento como el fsssss suena y suena”
- “Cada vez siento menos fuerza en el fssss”
- “Tengo mucho miedo, no de la herida, no del dolor, que sigo sin tener. Tengo miedo de morir”
*Inspirado en un sueño

No hay comentarios.:

El último día de mi vida (II y final)

Advertencia: El contenido del siguiente texto trata sobre el suicidio, desde mi punto de vista, por lo que no es la opinión de un experto y...