“Generalmente los animales son tristes –prosiguió-. Y cuando un hombre está muy triste, no porque le duela una muela o haya extraviado dinero, sino porque en un momento se da cuenta de cómo son las cosas, cómo es la vida y está precisamente triste, es cuando se parece un poco a los animales; tiene un aspecto de tristeza, pero es más justo y más hermoso que nunca. Y ese aspecto es el que tenías, lobo estepario, cuando te vi por primera vez.”
Así es como me gusta concebir mi tristeza, una tristeza animal en la manera en como lo describe Armanda, una tristeza que te hace justo y hermoso, una tristeza con un fin y no solo el de chingar el alma. Si en mí estuviera, obligaría a todos los preparatorianos a leer El Lobo Estepario, me cae.
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