viernes, 27 de mayo de 2011

Desde el infierno

Del pollo solo como la pechuga. De la carne, en general, únicamente acepto lo más carnoso, nunca viseras, pura maciza, sin pellejo. Si las enchiladas son con pollo (deshebrado, se entiende), éste debe estar exento de cualquier pellejito. Pueden engañar a mi vista, pero no a mi paladar, ni a mi lengua, me voy a dar cuenta de que el pollo lleva pellejo.

Con una descripción así ¿me invitarías a comer? Lo harías únicamente si me conocieras personalmente y te consideraras mi amigo. Definitivamente no lo harías si me conocieras personalmente y en el mejor de los casos, fuéramos “distantes”.

A las personas que me consideran huraño, que debieran ser todas, porque en realidad si soy muy huraño, no creen cuando les digo que no me gusta ir a fiestas no tanto por dejar de socializar, sino por cuestiones como la comida, antes descrita. Les digo que soy muy pragmático y que prefiero no salir: es una cuestión práctica, si me quedo en casa, como lo que quiero, como quiero a la hora que quiero; si voy a una fiesta tendré que ceñirme las reglas del anfitrión, sobre todo, con respecto a la comida.

Además de ser un verdadero exigente con las cuestiones culinarias, soy muy impaciente. A las personas que en más alta estima tengo, les doy hasta 15 minutos de tolerancia. No más. Por supuesto que la piensan cuando quedamos de vernos, ya sea para salir, o para cualquier evento que se considere una cita. Y afortunadamente, casi siempre llegan a tiempo, o tienen la decencia de avisarme que llegaran un poco más tarde de lo acordado.

Así pues, no es de extrañar que mi vida social sea casi nula. A pesar de los esfuerzos de mis amigos, que son pocos, pero que siempre que tienen un evento, no dejan de invitarme. A pesar de conocerme. ¡Eso es amistad!

Y mientras más vivo, esto es, mientras más viejo estoy, más radical, autoritario y absolutista me vuelvo. Esto no ayuda a mi vida social. Pero no es lo que me preocupa, lo que me preocupa es que mi vida social incluye mi vida laboral. En corto, tengo actitud de jefe, pero no soy jefe. Y el tiempo pasa, y no logro encontrar el lugar donde pueda desarrollarme a un nivel mas gerencial.
Me gusta hacer lo que hago, pero me canso con facilidad, no me gusta hacerles caso a los “jefes” principalmente cuando sé que están mal. Y como son los jefes nunca están mal. Resultado: trabajo extra por las “lecciones aprendidas”  Una manera políticamente correcta de decir “la cague, pero como soy el jefe, todos se la comen y desde ayer tenían que estar arreglándolo “.

Por otra parte, mi gusto por las mujeres también se ha vuelto más exigente. Veamos, me siguen gustando como cuando me comenzaron a gustar, hasta más que entonces, pero ya no basta que sean guapas. No implica que necesariamente sean inteligentes. Simplemente me tienen que gustar de manera integral. Quizá mi única restricción es que sean guapas, pero no es suficiente.

Pero con la descripción que les he dado, pocas, realmente pocas mujeres hermosas estarían dispuestas a intentar una relación conmigo. Así pues, siendo lo pragmático que soy, estoy resignado a pasar el resto de mi vida sin pareja. Tengo, además de la impaciencia y los “detallitos” como la comida, el tiempo en contra. Cada vez son más lugares donde se refieren a mí como se refieren a mi abuelito. “De nada señor”, “como USTED diga”, “Oiga, disculpe usted”. Me incomoda. Pero bueno, nuestra imagen es una directa consecuencia de lo que hemos vivido. Si tienes un rosto adusto y triste, es porque así ha sido, en gran medida, lo que has vivido. O al menos así lo creo.

Regresando a la cuestión laboral, y también con respecto al tiempo, el mío ya se está acabando. Me siento como el spawn, el cual tiene una especie de contador de poder y cuando este llegue a cero, regresará al infierno de donde salió. He conocido gerentes dos o tres años más jóvenes que yo, mientras que sigo en el hoyo.

He intentado de casi todo, excepto ser lambiscón. No lo hare jamás, aunque de ello dependa un buen puesto. Me he preparado, tomado cursos, estudiando, siendo responsable en el trabajo. Pero al parecer eso no es lo que requiere la industria mexicana.

En fin, no sé que pase en corto tiempo. Lo único que tengo seguro es que mi tiempo se agota y no he logrado tener el sustento que me asegure mi tranquilidad económica a mediano y largo plazo. Y tampoco he logrado mantener, en toda mi vida adulta, a una mujer que cubra todas mis expectativas. Y he conocido un par de ellas. Todo Mal.

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