martes, 16 de febrero de 2016

De los impuestos y sus tristezas

Pues sí, al menos a mí me resulta muy triste tener que pagar por trabajar. Porque eso es un impuesto: pagas por ganar dinero. Y como la única manera de hacer dinero que conozco es trabajar, pago por trabajar.

Me parece que es un tema que debería inculcarse desde la escuela. Es decir, si desde siempre te han dicho que para ganar dinero tienes que pagar, pues cuando te toca pagar ya no te hace tanto cisma como me ocurrió a mí.

Y las empresas tienen mucha culpa de eso, no solo por la evasión, si no por el no ser claro desde el inicio. Recuerdo que la primera vez que obtuve un sueldo, me dijeron que no iba a pagar impuestos. Cuando ciertamente, de una u otra manera, si pagas impuestos.

Otro problema derivado de esto de pagar impuestos es a la hora de pedir facturas: un precio con factura y un 16% (que es el IVA o Impuesto al Valor Agregado, aquí en México) más, si es sin factura.

No tiene por qué ser así. Con o sin factura, el que ofrece el servicio o bien está obligado a declarar esa entrada. Derivado de esta práctica, existe otra, que es incluso una falta a la ley. El que si pagas con tarjeta de crédito o débito te cobran del 3% al 5% más.

Y yo me preguntaba ¿Por qué? Fácil. Ese es el factor por uso de terminal. Es decir, que le estamos pagando al monito que usa una terminal bancaria (donde pasan la tarjeta, para cobrarte) para que nos cobre. Esto no sucede en todos los establecimientos, pero sí en casi la mayoría. Es un abuso. Es no tener madre.

Pero el problema de fondo, me parece, es el uso de los impuestos. Hasta muy entrada mi adultez joven, no había entendido la razón del impuesto. El impuesto es la manera en la que una nación se fondea con recursos, dinero, marmaja, varo.

¿Para qué quiere una nación fondearse? Pues para generar obra pública (edificios, carreteras, infraestructura como alumbrado, luz, agua, etc.), sostener la educación pública, pagarle a toda la burocracia, pagarle a los nefastos e inútiles políticos.

Y creo que ese es el problema de fondo. Al menos yo lo veo así: el gran problema, por el cual estoy renuente a pagar impuestos, es el uso final que se les da. Los sueldos excesivamente altos de la clase política y de algunos burócratas es una ofensa al trabajador.

Yo apoyo la educación gratuita y laica. Pero cada vez es más denostada, minimizada y maltratada. Incluso por aquellos que, literalmente, mamaron de ella. Muchos amigos, conocidos y compañeros de trabajo se esfuerzan para mandar a sus hijos a escuelas particulares.

¡Pero si ya pagaron toda la educación básica! Incluso hasta la educación media superior. Incluso los estudios Universitarios. No me consta, pero creo que cada Estado de la República Mexicana tiene una universidad estatal. A veces cuesta, pero de lejos este costo se compara a los costos de la educación privada.

Sin embargo, mucha gente prefiere mandar a sus vástagos a escuelas patitos privadas (escuelas deficientes, mediocres y muchas veces con niveles tan paupérrimos de formación que deberían pagar por tener alumnos) que mandarlos a las escuelas públicas.

Si las escuelas públicas son deficientes, toda la sociedad mexicana, TODA, es la responsable de tal insensatez. Un increíblemente grande porcentaje del presupuesto nacional va a parar a la educación. Con resultados, me parece, claramente deficientes.

Mi formación ha sido mayoritariamente realizada en escuelas públicas, pero no me es desconocida la formación privada. En mi experiencia, la educación recibida en escuelas públicas, es mucho mejor, en cuanto al costo/beneficio. Igual hay profesores deficientes en las escuelas privadas.

La diferencia es de varios ceros a la derecha. Retomando el tema principal, que son los impuestos, esta es una razón de fondo por la cual estamos renuentes a pagarlos. Los yates, casas, alhajas, amantes, autos y en general, toda la vida de los políticos, la pagamos con nuestros impuestos.

Y eso es lo que encabrona. Me considero un buen contribuyente: pago lo que me corresponde, a pesar de que sé cuál va a ser el destino de mi dinero. Y dado que no puedo separar o decidir hacia dónde va a ir a parar el dinero generado por mí trabajo, prefiero eso debido al bien mayor: que parte de ese dinero mío vaya a obra pública y educación gratuita.

Pongan de su parte. Dejen de dar dos precios, dejen de cobrar por uso de terminal, dejen de evadir impuestos, voten, exijan a sus políticos locales y nacionales que hagan su trabajo, quéjense y trabajen, paguen sus impuestos.

Dicho todo lo anterior,


¡Chinga tu madre Hacienda!

2 comentarios:

Alberto Carranza dijo...

Tienes razón amigo, yo también considero que los impuestos que todos pagamos están mal distribuidos ya que en vez de fomentar el crecimiento económico como nación, la mayor parte va a los bolsillos de los políticos sinvergüenzas. En verdad no tengo idea de como podemos permitirlo, la indiferencia que caracteriza al pueblo mexicano en estos temas me llena de horror.

lavega dijo...

Así es compañero, mucho de lo que nos pasa como sociedad (abusos, corrupción, etc.) tiene que ver con que no hacemos algo al respecto. El despertar de este letargo es una necesidad para que podamos salir de este hoyo.

Un gusto leer tu comentario.

Saludos!