Pues ya estamos en el mes mitad de año. Se me hizo que fue muy rápido. Dentro de unos 30 días, elecciones para presidente de México. La situación social esta calientita: Peña Nieto desplomándose, lo que implicará que su partido y principalmente los intereses alrededor suyo, comenzarán a aventar la carne al asador; el incipiente movimiento estudiantil #yoSoy132 ha dado muestras de una conscientización de la juventud mexicana que hasta hace mucho no existía, el tiempo dirá si fue llamarada de petate o se instaurará en la memoria de aquellos pocos, como su servidor, tal y como lo fue el movimiento estudiantil de 1968; regresando al tema de la política, el también desplome de Vázquez Mota, según dicen algunos analistas políticos, su propio partido y el presidente de México, ya la dan por vencida, ya veremos; el dolar sobrepasando la barrera de los $14 pesos, y casi llegando a la de $15: mal presagio para la economía mexicana; los muertos por causa del narco siguen en sus niveles: el gobierno mexicano debe aceptar su derrota y ponerse a trabajar en otra estrategia, la actual simplemente no sirve.
Entrando a la vida particular y personal de su seguro servidor, no veo para cuando volver a llegar a mis niveles de ingreso económico antes, por el contrario, mi futuro en el sector económico es de pronóstico reservado (malo, pues). En una de esas “discusiones” de “pareja” (lo entrecomillo porque ni era mi pareja, luego entonces no puede ser una discusión de pareja, pero ella era lo más cercano a mi pareja) le decía y si el auto que en aquel entonces tenia, era el último auto “bueno” que iba a poder comprarme. No recuerdo exactamente porque pensé en que mi economía iba a colapsar, tal vez mi inconsciente me estaba avisando que iba a hacer lo que hice: renunciar a mi, hasta ese momento, forma de subsistir.
Fuera del dinero, me siento mucho mejor que antes, mi novia “el DF” nada más no tenía más que darme. Ni yo a ella. Y que se me ocurre dar un vistazo a los facebook de mis antigüos compañeros de trabajo: no debí hacerlo. Todos los que revisé o mantienen su trabajo o se cambiaron y están en buenas compañías (empresas). El problema es que la mayoría de ellos yo no los contrataría: según mi opinión son flojos, razonan poco, hacen las cosas como el borras, tienen muchos vicios laborales. En fin. Pero de todos ellos únicamente yo no sigo en ese rubro, así que luego entonces el que no sirve para ese trabajo soy yo, no ellos.
De todos ellos solo un par se merecen estar donde están. Según yo. No siento envidia, pero si mucha frustración. Pero a pesar de todo, no pienso regresar a trabajar en sistemas. Me gusta y en mi vida cotidiana de alguna manera esta inmersa, pero ya no estoy para andar en la trinchera y como nunca puede ascender a oficial, mejor me fui. Ja, mientras escribo esto me acordé de la canción de Caifanes “Nos vamos juntos”, la parte que dice “me voy yendo, como el mar, lento y salvaje como el mar”.
Me voy yendo, más bien ya me fui. Pero siempre la necesidad mandará. Si llegado el momento nada más no la hago en este nuevo intento por hacer lo que creo que me gusta hacer, regresaré, con todo y traumas. De algo he de vivir. Ni modo. Pero espero que no sea el caso, de verdad, no lo quiero ni deseo.
Me decía una compañera de clases, que porque me sentía tan frustrado. Para esto debo comentarles que soy muy discreto con mis cosas personales. Discreto no quiere decir que no lo quiera contar, más bien que soy elitista en a quién se lo cuento. Bueno pues esta chava no sabía mi contexto, así para responder a su pregunta le dije: “bueno, que pensarías de una persona que tiene una licenciatura en ingeniería, que fue considerado muy inteligente, que le era augurado el que tuviera un trabajo exitoso, que además se ha preocupado por mantenerse al día, tomando cursos, que tiene una maestría en ciencias, que (espero) no es pendejo, que tiene más de diez años de experiencia en el ámbito laboral a nivel empresas transnacionales, que no tiene más responsabilidades que cuidarse de sí mismo, que todavía no llega a los cuarenta y que actualmente esta por terminar una segunda carrera, a la cual se piensa dedicar”
¿Qué pensarían de esa persona?
Bueno, por eso me siento frustrado.
Me consideraba un luchador, me sigo sintiendo así. Pero también me siento cansado, ya no quiero luchar, ahora solo busco encontrar la manera apacible de hacer algo que me guste, que solo dependa de mí, y que me para comer y un auto, aunque no tan bueno como el último que tuve.
Y ya es junio. Tiempo, tiempo, tiempo. Se va yendo, como el mar, no tan lento y si muy salvaje.
Entrando a la vida particular y personal de su seguro servidor, no veo para cuando volver a llegar a mis niveles de ingreso económico antes, por el contrario, mi futuro en el sector económico es de pronóstico reservado (malo, pues). En una de esas “discusiones” de “pareja” (lo entrecomillo porque ni era mi pareja, luego entonces no puede ser una discusión de pareja, pero ella era lo más cercano a mi pareja) le decía y si el auto que en aquel entonces tenia, era el último auto “bueno” que iba a poder comprarme. No recuerdo exactamente porque pensé en que mi economía iba a colapsar, tal vez mi inconsciente me estaba avisando que iba a hacer lo que hice: renunciar a mi, hasta ese momento, forma de subsistir.
Fuera del dinero, me siento mucho mejor que antes, mi novia “el DF” nada más no tenía más que darme. Ni yo a ella. Y que se me ocurre dar un vistazo a los facebook de mis antigüos compañeros de trabajo: no debí hacerlo. Todos los que revisé o mantienen su trabajo o se cambiaron y están en buenas compañías (empresas). El problema es que la mayoría de ellos yo no los contrataría: según mi opinión son flojos, razonan poco, hacen las cosas como el borras, tienen muchos vicios laborales. En fin. Pero de todos ellos únicamente yo no sigo en ese rubro, así que luego entonces el que no sirve para ese trabajo soy yo, no ellos.
De todos ellos solo un par se merecen estar donde están. Según yo. No siento envidia, pero si mucha frustración. Pero a pesar de todo, no pienso regresar a trabajar en sistemas. Me gusta y en mi vida cotidiana de alguna manera esta inmersa, pero ya no estoy para andar en la trinchera y como nunca puede ascender a oficial, mejor me fui. Ja, mientras escribo esto me acordé de la canción de Caifanes “Nos vamos juntos”, la parte que dice “me voy yendo, como el mar, lento y salvaje como el mar”.
Me voy yendo, más bien ya me fui. Pero siempre la necesidad mandará. Si llegado el momento nada más no la hago en este nuevo intento por hacer lo que creo que me gusta hacer, regresaré, con todo y traumas. De algo he de vivir. Ni modo. Pero espero que no sea el caso, de verdad, no lo quiero ni deseo.
Me decía una compañera de clases, que porque me sentía tan frustrado. Para esto debo comentarles que soy muy discreto con mis cosas personales. Discreto no quiere decir que no lo quiera contar, más bien que soy elitista en a quién se lo cuento. Bueno pues esta chava no sabía mi contexto, así para responder a su pregunta le dije: “bueno, que pensarías de una persona que tiene una licenciatura en ingeniería, que fue considerado muy inteligente, que le era augurado el que tuviera un trabajo exitoso, que además se ha preocupado por mantenerse al día, tomando cursos, que tiene una maestría en ciencias, que (espero) no es pendejo, que tiene más de diez años de experiencia en el ámbito laboral a nivel empresas transnacionales, que no tiene más responsabilidades que cuidarse de sí mismo, que todavía no llega a los cuarenta y que actualmente esta por terminar una segunda carrera, a la cual se piensa dedicar”
¿Qué pensarían de esa persona?
Bueno, por eso me siento frustrado.
Me consideraba un luchador, me sigo sintiendo así. Pero también me siento cansado, ya no quiero luchar, ahora solo busco encontrar la manera apacible de hacer algo que me guste, que solo dependa de mí, y que me para comer y un auto, aunque no tan bueno como el último que tuve.
Y ya es junio. Tiempo, tiempo, tiempo. Se va yendo, como el mar, no tan lento y si muy salvaje.
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