Últimamente me ha dado por pensar en el tiempo. Sí, ese concepto abstracto, tan presente (¿pasado y futuro?), incontenible, pero tan desdeñado por la mayoría de los jóvenes. No sé si alguno de ustedes conozcan a gente grande (viejitos pues) que no sean sus parientes, vecinos por ejemplo, denles un momento de atención y terminan contándoles su vida (la del viejito(a), no la suya).
Yo creo que es un comportamiento que nace del hecho de sentirse más próximo a morir. Debo decir que mi personalidad es más del estilo de un psicópata, que no psicótico, que de una buen samaritano, y realmente no me da mucho por hacer migas. Y eso que vivo rodeado por millones de personas. Así pues, es raro que ande de metiche con la gente. Supongo que tengo algo mal en la cabeza. Algún día iré con el psicólogo. O tal vez nunca.
Total, cuando se la pasa pensando un poco en la pregunta trascendental ¿Qué hago yo en este mundo? Pueden pasar muchas cosas. De pende de cada quien. De su personalidad. A mi francamente me deprime mucho. Hasta el día de hoy puedo responder que el mundo girará a pesar de mí. En algún lugar leí la frase… bueno en realidad no me acuerdo como decía la frase pero termina en algo así como “…pero para alguien tu eres su mundo” que en términos generales significa que tal vez no nos sintamos importantes, pero tal vez (y sólo tal vez) para alguien si resultemos importantes.
Es fácil dilucidar para quien sí somos importantes: para nuestros parientes cercanos, hermanos, padres e hijos, si aplica. Para ello tal vez seamos parte de su mundo. Pero eso es algo natural. Aunque claro, seguramente habrá casos en que esto no suceda, como sucede en las familias disfuncionales.
La verdad es que no me siento importante, pero tampoco puedo decir que no tengo autoestima. Más bien como que me vale el mundo. Pocas personas realmente son importantes para mí. Y sé que eventualmente tendrán que partir (sí, “ese” partir). El hecho de partir únicamente es cuestión de tiempo. Y es ahí donde me pregunto ¿Para qué nacemos? ¿Qué sentido tiene venir a mezclar nuestros genes?
Cuando uno estudia de manera detenida al ser humano como organismo, puede llegar a teorizar cosas verdaderamente fumadas. A mí me pasa.
Después de leer e intentar comprender lo maravilloso que resulta el trabajo del corazón, los pulmones, la vista, el cerebro, el sistema vascular, los músculos, la importancia y perfección del sistema óseo, entre otras cosas, me surge la idea de que somos máquinas. Muy perfeccionadas, autosuficientes (o eso pretendemos), pero máquinas a fin de cuentas. Es el sueño de antaño: crear máquinas que a su vez crean otras máquinas. Creo que nosotros somos esas máquinas que creamos otras máquinas.
El problema, para mí, no termina ahí, porque ahora me pregunto ¿Quién demonios nos puso aquí? ¿Con que propósito? ¿Por qué somos tan diferentes? ¿Nuestros creadores aún existen (suponiendo que somos máquinas)? ¿Dónde están? ¿Por qué nos dejaron?
El tiempo y su inexorable tránsito me da que pensar. O tal vez solo sea que estoy deprimido.
Exponer las ideas del autor, con la finalidad de recibir retroalimentación del amable y del no tan amable público de Internet
23 septiembre 2009
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