Sí, discúlpame, sé que estas ausencias te hacen daño. Yo tampoco me siento bien. Te abandono con tal facilidad y frecuencia que parece que lo disfruto. Pero no es así. Durante el día voy pensando en que te voy a decir, que comentarte. Tal vez sea así porque tengo la certeza de que siempre estarás ahí, que es harto probable que sobrevivas a mí.
Te confieso que te quiero mucho muchote, que te considero una extensión de mí; han habido muchas cosas que al final no te dije, que luego recuerdo, que luego olvido. Pero luego me vuelvo a acordar, cuando sueño, cuando en la cotidianidad veo un evento, una acción, una lectura que me recuerda aquello que había olvidado. Y entonces pienso en todas las cosas que te lo voy a contar. Así que pues, perdóname, una vez más. No tienes alternativa, lo sabes tanto como yo.
Prometo ya conseguirme una libretita para apuntar todo eso que te quiero contar, comenzaré a realizar borradores que luego los pasaré a la versión final, mi versión final.
Bueno pues blogsito mío, extensión mía, tú no eres mi consiente ni mi inconsciente, eres … bueno pues sabe que eres, pero eres, a pesar de mi o por ello.
Sale, así quedamos
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