25 noviembre 2007

Zombis

Cada vez es más difícil conseguir comida entre tanto muerto en vida; no son rápidos y mucho menos inteligentes, pero son muchos, tantos que es prácticamente imposible cuidar los 360 grados de visión.

La última excursión al centro comercial fue todo un fracaso, la beba, el ñil y el guapo no regresaron, o mejor dicho si han regresado pero ya no son lo que solían ser. En verdad me dolió mucho atravesarle el cráneo a la beba; no es que me cayera bien, pero al menos estaba viva, digo antes de que le atravesara el cráneo con la barreta. Confieso que a veces me desesperaba tanto sus quejas sobre nuestra situación, que me daban ganas de atravesarle el cráneo. Cuanta sabiduría tiene la frase “cuidado con lo que deseas, se te puede cumplir”, se me cumplió y no sentí mucho placer que digamos.

Pareciera que los “sonrientes” son más inteligentes que antes, comentario que le hice a mis compañeros los cuales ahora me tachan de paranoico por decir eso y creer que los “sonrientes” nos prepararon una emboscada; ¡Por Dios! ¿Quién no se encuentra paranoico bajo esta situación? No estamos precisamente de vacaciones. Y de las fuerzas de rescate ni sus luces.

Retomando el punto de la inteligencia de nuestros “vecinos” creo que se comportan de alguna manera como el juego de la vida, entre más sean, más comportamientos inteligentes presentan. A fin de cuentas son la sombra muy vaga y lejana de un ser humano y son muchos. Por favor, basta con ver las construcciones de los insectos, pongamos por ejemplo las hormigas o las abejas. Yo creo que hasta los “sonrientes” tienen un IQ más alto que una hormiga o una abeja.

Así que tal vez no sea tan descabellada la idea del comportamiento inteligente; no es que sean inteligentes como un humano normal, pero he visto como alguno de ellos se arreglan la corbata, por ejemplo, y la beba, antes de que le ventilara el cerebro, hizo su clásico ademán de despejarse el rostro, como cuando quería decir algo importante, según ella, y que la tomáramos en consideración. Como que las costumbres no se olvidan ni estando muerto.

Ah la beba, tan bonita que era. Incluso ahora se ve todavía bien, con esas tetotas y su micro cintura, hasta muerta se vería bien, sino fuera por el agujero que le hice en su ojo derecho. Así que estrictamente hablando no le atravesé el cráneo, de haber sido así, ya estaría muerta por segunda vez. Y no le atravesé el cráneo porque el ángulo de ataque fue de arriba para abajo; además la barreta que utilice estaba poco gruesa, creo que más bien le atravesé el cuello.

Al menos ahora ya tengo más armas para defenderme, aunque también más tiempo de guardia y se supone que las fuerzas de recuperación y rescate ya están en camino. “Aguanten, estaremos ahí en un par de semanas”, eso dijeron, y hoy se cumplen dos semanas. Si mis cálculos son correctos, en el centro comercial tenemos comida para todo lo que resta del año, eso siempre y cuando no nos “unamos” a los “vecinos”.

En fin debo descansar, mañana me toca ir por la “despensa”. Y pensándolo detenidamente, de las últimas 4 veces que he ido por la “despensa” han habido 3 bajas. Eso me preocupa porque tengo la sospecha que ya no me quieren en el grupo de “chopin”, como si fuera yo un ave de mal agüero. Por mí mejor, aquí me quedo; sin embargo creo que el coronel no va hacer mucho caso de eso, “pura superstición” dice. Ja! Hace un par de años hablar de muertos en vida era hablar de “pura superstición”.

No hay comentarios.:

El último día de mi vida (II y final)

Advertencia: El contenido del siguiente texto trata sobre el suicidio, desde mi punto de vista, por lo que no es la opinión de un experto y...