Hoy tuve una epifanía… que en realidad viene a resumirse en el refrán “y tú, trabajas para vivir o vives para trabajar?”. Aunque en mi caso, venía yo cavilando sobre los acontecimientos del trabajo, cuando de repente, esa vocecita que cada quien, tiene me dijo muy seriamente: a ver papá, tu trabajo te gusta y te permite comer, vivir, vestir y comprar juguetitos, pero que hay de lo otro, de eso que no te da el trabajo, de la realización personal –y este momento dije, ah no seas mamón, realización personal, ja!-.
Sin embargo tengo que aceptar, que sí, mi trabajo me gusta, aunque a veces sea muy matado, pero me gusta. Aunque no caigo en el estereotipo del hiperactivo, tampoco me gusta andar desovando por la vida. Pero como decía, mi vocecita tiene razón. Y luego del trabajo, que sigue. Sobre este hilo de pensamiento llegue a la conclusión que el trabajo debe ser un medio para hacer-realizar aquello que me gusta –y que no es mi trabajo, porque ese me gusta, pero ya lo hago-. Así pues el medio lo tengo, lo que no tengo es el fin, tengo pues, un cabo suelto.
Y el problema es que no sé a que atarlo… y entonces comencé a estresarme en demasía, casi terminé hiper ventilando, cuando me llegó la segunda epifanía: “los artistas son seres atribulados; de complejos, encontrados y enconados sentimientos; melancólicos, desdichados y llenos de supuraciones emocionales, segregan tristeza, rabia, odio –aunque también todos los sentimientos contrarios a los listados, convine a mi vocecita-; pero no todos los seres que tienen atribulaciones, complejos y todo una mezcla de diversos sentimientos son artistas”.
Ay pinche vocecita, la muy hija de la mala vida, como se le ocurre andarme metiendo ideas, carajo!, con lo difícil que es andar por la vida, ahí medio llevándola en paz, sin meterse en cuestiones ontológicas, trascendentales, esas cuestiones que te quitan el sueño.
Y no pues tuve que asentir, que mi vocecita tiene razón, porqué como si no? Se imaginan a un Beethoven feliz? Olvídense de la novena sinfonía, a un Chopin pletórico de salud? Adiós supremas composiciones pianísticas, que tal un Dalí sin sus extravagancias? Un Nietzsche sano? Un Van Gogh felizmente casado?... y las lista es interminable.
En fin, el problema esta para aquellos que no somos artistas, que no tenemos el medio para exfoliar todo ese cóctel nocivo, que tenemos que cargarnos todos los problemas y atribulaciones emocionales. Chingao, pues… Che vocecita… la muy jija después de haberme metido en tales cavilaciones, se calló. Cuando más la necesitaba, porque como ahora estoy plenamente seguro que me falta el fin para el cual estoy trabajando y que no soy artista.
Ah las epifanías, ah las pinches vocecitas… (a lo mejor soy esquizofrénico, pero seguro seguro que no soy artista)
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