Ya vivo en Morelos. Desde finales del 2011. Sucede que mi auto seguía “viviendo” en el D.F., de donde emigré. Digo vivía no porque físicamente siga allá. Mi auto está conmigo. Pero todo lo relacionado con impuestos, derechos de circulación, emplacamientos, etc., lo tenía que hacer allá.
Principalmente la verificación; no quise cambiar de placas al venirme a Morelos, por la facilidad de entrar y salir del D.F.. Después de todo, mi auto seguía “allá”. Sin embargo, conforme pasa el tiempo, mi auto se hace más viejo y de un momento a otro eso dejó de ser una ventaja. Me refiero a tener placas del D.F..
Pero mi decisión de por fin cambiar a placas de Morelos se debió principalmente a que la verificación en Morelos (y en Estado de México y Puebla, creo) está homologada al D.F., por lo que un holograma de verificación morelense es equivalente a un holograma del D.F.. Y por eso decidí por fin cambiar de placas.
Eso y que estar yendo a verificar al D.F., cada seis meses, ya me resultaba engorroso. Gastar en peaje, gasolina y tiempo ya no me fue tan confortable. Sobre todo por la cuestión de la homologación. A unos cuantos kilómetros de mi actual hogar, encuentro el verificentro, ¿Para qué desplazarme 60 km?
Por otra parte estaba la gran razón (muy grande) de no hacer el cambio de placas: la burocracia endógena mexicana. No tenía idea del procedimiento para el cambio de placas, pero de una cosa estaba seguro, iba a ser un proceso largo, tedioso, de mucho tiempo muerto, desesperación y una que otra (que al final fueron bastantes) molestia.
Así que armado de paciencia (que otra, ¿verdad?) me dirigí al lugar donde se hace el trámite de cambio de placa. Formalmente consta de dos procesos: la baja y el alta. Pero ya estando en este vericueto del cambio de placa, decidí cambiar de propietario. Porque legalmente mi auto le seguía perteneciendo a mi pariente. Así que dije, pues total, ya entrado en gasto, que tanto es tantito.
Y la verdad que esto del cambio de propietario, si tienes todos los documentos que te piden, no le agrega más tiempo al procedimiento.
Pues ahí voy, como iba diciendo, a ver el procedimiento para cambio de placa. NOTA: lo que a continuación voy a relatar es para el cambio de placas en el Estado libre y soberano de Morelos, perteneciente al hermoso y surreal país llamado Estados Unidos Mexicanos o en corto, México.
Primero vas con un monito que está en el módulo de la entrada, el cual te dice que hacer. En mi caso, para el cambio de placas, se necesita: comprobantes de los últimos 4 pagos de tenencia, placas (las láminas), la tarjeta de circulación original, comprobante de domicilio, copia del IFE (ahora INE, supongo), copia del IFE del mono que me vendió el coche (en este caso mi pariente, recuerden que además del baja y alta, hago cambio de propietario), factura original (que en mi caso era más complicado ya que era refacturado, así que te piden copia de la factura original y la refactura original), póliza y lo más importante, el pago de tus derechos, es decir, el costo del proceso.
Antes de aventurarme, pregunte a conocidos si sabían el procedimiento, y como buenos mexicanos me dijeron lo que creían que debía hacer. Casi todos le atinaron a los documentos. Aunque me dijeron de un documento que no me pidieron, pero que todo mundo dio por hecho que me lo pedirían. Un documento de compra venta del auto.
Y pues no, la verdad es que no lo piden. Sin embargo, mi problema comenzaba, ya que no soy dado a guardar papelitos (oh, gran error) y en el caso de las tenencia, las pagaba por banca en línea (aborrezco ir al banco, bendita tecnología que casi nos libra de pararnos en esas antesalas del infierno) así que literalmente no tenía comprobantes de pago.
Primera Parte de la obtención de placas morelenses y cambio de propietario.
Resulta que el gobierno del D.F., con respecto a las finanzas, tiene uno de los portales más avanzados que conozco. En mi caso, que necesitaba los comprobantes de pago, finanzas del D.F. te extiende (por módicos $70.20 pesos mexicanos) un documento donde certifica que has pagado las hasta últimas 6 tenencias.
Y mejor aún, este documento lo pude adquirir en línea. Oh, sí, bendita tecnología. Aquí les dejo la liga:
http://www.finanzas.df.gob.mx/formato_lc/certificacion/
Así que se solicita en línea, se paga en línea (necesitas tener el servicio de banca electrónica, yo utilicé la de Bancomer, no sé si funcione para otros bancos) y tan tan, en menos de 10 minutos, en la comodidad de mi hogar, ya tenía el documento donde certifica que soy un ciudadano modelo que paga sus impuestos a tiempo y en forma.
Ya con este documento, impreso en la impresora de mi casa, fui nuevamente a ver al monito de la entrada y ya me dijo que pasara al módulo de “certificación de placas foráneas”, que no es más que otro de los muchos cuartitos, con un burócrata (en este caso, mujer) aburrido de su trabajo que me tomó el documento más en un acto mecánico que en un acto pensado.
Cuando lo ve me dice “¿Y esto qué es? A lo que respondí: ¡ah! mi querida emula de Fiona (en realidad esto solo lo pensé), vengo a hacer el trámite de baja y alta de placas. Y mi placa es del D.F. por lo que necesito que certifiquen mis pagos de tenencia.
Copia de la factura original, me revira. Como no, aquí está. Tras lo cual, diligentemente tomó un papelito de 5 X 3 cm, de papel reciclado, donde estampó una fecha y no recuerdo si unas iniciales o algunos caracteres rúnicos. Me lo extiende y me dice: no lo vayas a perder, vente dentro de 20 días hábiles, para que tengas el resultado de tu certificación.
¿20 días? Me dice mmm, no mejor que sea en un mes. No pues ya mejor me quedé callado, no vaya a ser que le aumente otra quincena. Así que mientras me iba, meditabundo, acerca del procedimiento de certificación y el tiempo para ello, iba elucubrando si lo enviaban por correo certificado o corrían un proceso batch (cosas de los ingenieros de cómputo para hacer trabajo repetitivo de manera automatizada, por computadoras, en friega y en grandes cantidades) por eso del tiempo de espera.
Y pues ahí estuve, esperando. Fui en la fecha convenida, solo para que la Fiona me dijera “todavía no está, regresa en otra semana…” ¿Otra semana…? “mmm, no mejo quince días…” Nuevamente prefería quedarme callado, no vaya a ser…
15 días hábiles después, fui a ver si el proceso batch o el envío de correo certificado con mi respuesta había llegado por fin. Le entrego mi papelito de 5 X 3 cm a Fiona, se le queda viendo con cara “mmm y ora que le digo…”. Me dice, espere en el pasillo en un momento le llaman. Y ahí estoy, junto con otros parroquianos más, esperando a escuchar mi nombre, cual alma del purgatorio esperando escuchar su nombre para ser transportado al paraíso.
Tres horas después, tiempo en el cual ocupé para acabar de leer el libro que llevaba tiempo sin acabar, más por flojera que por otra cosa, me llama Fiona y me dice “no pasaron…” ¿Qué? “tiene que ir al D.F. a que le expliquen porque no están sus pagos registrados” Pero si ese documento me lo extendió finanzas del D.F. “no pasa…”
Y ahí estaba yo, con cara de no me chinguen. ¿Y con quién voy? ¿A qué dirección? ¿Por lo menos denme un número telefónico? “a ver pase con chuchita, ventanilla 3, ella le explica…”
Y chuchita, ya cercana a su jubilación, me dice “no pasa…” Carajo, eso ya lo sé… Aunque no lo crean, ya estaba preparado; ¡oh, sí! Años de vivir en este país tan bipolar, que tomé el documento donde dice que no pasa mi certificado y lo estudié con atención.
El documento que yo les entregué, es el siguiente
Y el documento que me entregaron fue uno parecido al siguiente:
Donde dice que el pago en tal fecha, con tal número de caja y tal número de partida no fue localizado. No pasa.
Pero gracias a que me armé de paciencia, rápidamente supe dónde estaba el error. Ni el número de caja, ni el número de partida correspondían a alguno de mis pagos. Error del sistema. A estas alturas ya sospechaba cuál era su mentado método de “certificación de placas foráneas”.
Lo que hacen, o hace un monigote, el que capturó mal mis datos, es ir a la página http://www.finanzas.df.gob.mx/consultas_pagos/consultar_adeudos.html, seleccionar la opción “Búsqueda por fecha, caja y partida” e ingresar los datos.
No está por demás decir que si ingresas mal alguno de esos tres datos, pues tu búsqueda será no encontrada. Así que con toda esta información recabada y deducida les dije vehementemente “oigan, estos datos no son los datos mis pagos, por eso no lo encuentran”.
Y que me dice la chuchita “no, están bien”. Como soy muy formal, le dije “pero SEÑORITA (:-)), aquí tengo este número, y en esta otra hoja no es el mismo número…” No estoy seguro si fue porque le dije señorita o porque era demasiado obvio que el error era de parte de ellos, que me dijo “muy bien, pasé con zutano a explicarle el asunto…” Y ahí voy con zutano.
Zutano, que me gustaría ponerle de sobrenombre Shrek, pero que más bien se parecía a Padre de Familia, pero en güero y sin lentes (que poco después supe era la fuente de mis problemas) era otro burócrata más, aburrido de su insulso trabajo, entrado en finales de sus 40’s o enfilado en sus 50’s, al escuchar mi perorata me dijo “está bien, uno se equivoca, no somos máquinas, acepto que no vi ese número, además de que está bien borroso…”
Algo de razón tenía Padre de Familia; mi impresora ya es vieja y el cartucho ya no lo venden, por lo que mis impresiones son casi invisibles. Pero otra parte, a Padre de Familia le deberían exigir llevar lentes, a leguas se notaba que al funcionario ya le falla las lentes de fábrica.
Padre de Familia me dijo “en 10 minutos te entrego tus documentos, espera en el pasillo a que te llamen…”. Así con un pequeño triunfo bajo el brazo, salí nuevamente al purgatorio, quiero decir, al pasillo a esperar a que me nombraran.
Una hora después, chuchita le pasa mis documentos a Fiona, la cual me nombra y muy oronda me entrega mi “certificación de placas foráneas”. Uno esperaría un documento tipo título universitario, digo, por eso de la espera, pero no. Es una vil impresión, como la que les mostré con error, pero en lugar de error dice que efectivamente pagué la tenencia correspondiente al año que viene indicado.
Esa impresión yo mismo la pude sacar en la comodidad de mi hogar. La única diferencia es que cada impresión (una por año de tenencia “certificada”) viene con otras letras rúnicas que solo los miembros de la sociedad expuesta de burócratas al servicio del Estado de Morelos entienden.
Aquí es donde viene mi queja y desilusión sobre el proceso. El presunto correo certificado o proceso batch resultó ser Padre de Familia. ¡Carajo! Me hacen esperar mes y medio para hacer algo que Stephen Hawking puede lograr en menos de 10 minutos (lo digo no por la dificultad mental, sino por la evidente dificultad de usar el mouse y el teclado del señor Hawking, quien en el su caso hace uso de su lengua, o eso me imagino que haría). Eso es no tener madre.
Mes y medio, en algo que cualquier mocoso de 10 años puede hacer en menos de 10 minutos. Mes y medio. Eso es no tener madre. Y además estuvieron a punto de mandarme a mi casa con un “no pasa” falso.
Me sentí como cuando Link obtiene algún Item de esos poderosos, como la Ocarina del Tiempo o el escudo de la trifuerza. Para cuando por fin tuve mi “certificación de placas foráneas” la hora del burócrata estaba a escasos 30 minutos. Ellos reciben documentos hasta las 13 horas. Por lo que me retiré a mi hogar.
Segunda (y última) Parte de la obtención de placas morelenses y cambio de propietario.
Ya con mis documentos “certificados” por Padre de Familia, dos días después (me dio flojera ir al otro día) me presente nuevamente a obtener mi cambio de propietario y placas morelenses. El proceso es muy similar, pasas con burócrata #1 el cual anota tu nombre en una libretita que suelen usar los guardias de seguridad de tienda genérica, te pide que esperes en el purgatorio, digo, pasillo, para indicarte con que perito pasar.
Cuando dijo la palabra “perito” mi obscena imaginación nuevamente divagó. Lo primero que vino a mi mente, no sé exactamente porqué, fue un judicial. Así tipo cochiloco, panzón, mal encarado, con lentes negros, bigote negro y una actitud con mucho FUA. Imaginaba que el perito iba a ir a mi coche a sacar directamente el número de motor y número de serie de mi auto, ya saben, con su mágica cinta diurex blanca.
Pero no, Judicial (que en realidad no parecía judicial, sino más bien un casi viejito amargado, con lentes de aumento entintados, bigote negro –me dio la impresión que se lo pinta, porque estaba muy negro-, eso sí, mal encarado) solo me pidió originales y copias de la factura, refactura, IFE mío y de mi pariente, comprobante de domicilio, póliza del auto, la certificación de placas foráneas, tarjeta de circulación y placas.
Pero antes, un pequeño incidente. Judicial no quería aceptarme el documento que imprimí del sitio de finanzas del D.F., argumentaba que él quería ver los comprobantes de pago. Le dije que esos pagos los hice por Internet y que no tenía los comprobantes de pago, pero que el documento que tenía en sus manos era un documento certificado por finanzas D.F. donde indica que soy un ciudadano ejemplar, porque pago mis impuestos en tiempo y forma.
Y que además ese documento fue el que utilizó su compañero para otorgarme la “certificación de placas foráneas”. No sé porque razón se negaba a aceptar ese documento. Supongo que a fuerzas quería ver los documentos que te envían a tu casa, donde te dicen que pagues tu tenencia.
Afortunadamente, Judicial se convenció a sí mismo que efectivamente ese documento amparaba mis pagos de tenencia, y continuó con el proceso.
Ya casi al final me dice Judicial que le entregue las placas de mi auto.
-¿Placas?
-Sí, las láminas
-¿Pero cómo voy a circular?
-Vienes por placas ¿No?
Ante tal explicación, deduje que, si todo iba bien, ese mismo día iba a salir con mis placas de Morelos. Así que con mucha esperanza fui a mi auto a quitarle las placas. Afortunadamente cargo con un poco de herramienta, por lo que quitar las placas no me resultó en mucho esfuerzo. Judicial me dijo “en cuanto traigas tus placas, pasas directo conmigo…”
¡Oh! Creo que así es como se debió sentir Moisés cuando el señor le habló, convertido en un arbusto ardiente. Y así fue, pasé directo con Judicial a entregarle mis placas. Me dice “espera en el pasillo a que te llame”. Así que me fui a esperar a ser nombrado.
Ya que Judicial se quedó con mis placas, no me enteré de muy bien que pasó, pero cuando me llama me dice “revisa que tus datos estén correctos” tras lo cual me entrega otra impresión donde vienen mis particulares, ya saben, nombre, dirección y esas cosas. Ese documento es además, el formato de pago de derechos vehiculares. $1 500 pesos mexicanos.
Para ese momento, Judicial estaba atiborrado de otros parroquianos que lo bombardeaban con preguntas sobre el proceso. Judicial, con actitud estoica, no les hacía caso. Excepto por una señora que iba acompañada por su madre, las cuales parecían dirigentes priístas de colonia popular, por eso de que me atiendes o me atiendes.
Yo muy educado, esperé pacientemente (la revisión de mis datos fue cosa de un minuto) a que Judicial se viera liberado del discurso sobre la atención o mejor dicho mala atención que proporcionaba y otras lindezas, provenientes de las lideresas priístas. ¡Vaya que tienen la piel de cocodrilo! Judicial y las lideresas.
Para cuando le digo a Judicial que mis datos están correctos, toma el formato de pago, lo engrapa a toda la otra documentación que le entregué, lo mira y se queda pensando… “este, te falta pagar” Y sí, me faltaba pagar, yo solo le indiqué que mis datos estaban correctos.
De hecho me di cuenta que era un error engrapar el formato de pago, ya que no había sido pagado. Pero como Judicial venía de un altercado con las lideresas, opté por esperar a que él mismo se diera cuenta de su error.
Voy, pago mis derechos vehiculares, me dan unos comprobantes de pagos, que no son otra cosa que otras impresiones, regreso con Judicial y le entrego una copia. Y me dice “pasa a la ventanilla de junto…” Y le digo “ya contigo no regreso” me dice “No”.
Paso con ventanilla de junto, le entrego todo el bonche de hojas, las revisa (a estas alturas me pregunto si alguna vez se le pasa algún documento a algún perito, de tal suerte que amerite que ventanilla de junto tenga que volver a revisar los datos). Me dice “traes tu póliza” Y por supuesto que la traía.
Pero rectifica y dice “no, ya no, ya la encontré…”. Ventanilla de junto mueve sus manitas sobre el teclado, termina, me regresa mis documentos y yo me quedo esperando. No dijo nada. Unos quince segundos después, al ver que yo seguía formado me dice “ya, pasa a que te den tus placas…”
¡Ah, vaya! Ahora resulta que además tengo que leer el pensamiento. Pero bueno, ya me pasé a la otra ventanilla de lado, donde entregué nuevamente todo el bonche de hojas y me dicen “espera a que te llamen…”
Esto fue la parte más rápida y eso que en realidad me dijo el burócrata de la ventanilla de junto de junto “espérate tantito, porque como hiciste cambio de propietario no me deja imprimir…” Nunca supe que es lo que no lo dejaba imprimir.
Pero en realidad cumplió; solo fueron cosa de 5 minutos y por fin: ¡Placas morelenses!